Movimientos reaccionarios interesados

Causas, consecuencias y efectos no deseados

Feminismo e independentismo defienden sus derechos o posiciones políticas, no son culpables de la reacciones contrarias que puedan suscitar

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Núria Iceta

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Hay una confusión, a veces interesada, que flota en los relatos políticos actuales, sobre la cadena de causalidades que llevan a una determinada situación. He oído demasiadas veces ya que el feminismo ha despertado el machismo, o que el independentismo ha despertado la extrema derecha. El que defiende sus derechos o posiciones políticas no es culpable de la reacción contraria que pueda suscitar. Esto criminalizaría cualquier lucha social ante la resistencia de los mecanismos del poder al cambio. Una cosa es que un hecho desencadene otro y otra muy distinta acusar un movimiento de haber provocado otro. Esto no quiere decir que no sea responsable de sus actos, de los efectos que pueda provocar su acción, pero no necesariamente de las consecuencias que provoque en otros. Quizá la distinción es muy fina, pero si lo aplicamos a estos dos casos, el de la lucha feminista y el del independentismo, creo que se entenderá mejor.

Las mujeres, 'culpables de todo'

En cuanto al feminismo, de hecho no sé por qué me extraña. Las mujeres siempre hemos sido culpables de todo. Incluso cuando hemos sido víctimas de abusos. Todavía hoy hay argumentos asquerosos en sentencias judiciales y en conversaciones tabernarias al respecto. No, las mujeres no somos culpables del machismo ni el empoderamiento lento pero progresivo justifica una reacción virulenta. Si se producen algunos efectos en este sentido es que la lucha continúa y que el sentido común aún no se ha impuesto. Podemos discutir juntos sobre la mejor manera de avanzar colectivamente en el reconocimiento efectivo de la igualdad  pero tengamos presente siempre cuál es la parte más débil y por tanto a quien se debe proteger de las agresiones. Las mujeres tenemos también derecho a aprender a reivindicarnos, a querer más y mejor. A pedirlo en la calle, en casa y en el trabajo. Sin renuncias ni miedos.

Independentismo y extrema derecha

En el caso de la situación política, la cadena de causalidades es más compleja que en el caso del feminismo, donde solo podemos hablar en términos de respeto, porque defender el machismo ya no entra en ningún marco mental de razonabilidad. La ambición por la mejora del autogobierno y del reconocimiento nacional llevó a iniciar <strong>el proceso de reforma del Estatut del 2006</strong>, pero <strong>la sentencia del Tribunal Constitucional del 2010</strong> contra el nuevo Estatut pasaba por encima de lo refrendado por la ciudadanía (con el 74% de los votos), y aún después de haber sido modificado en su paso por las Cortes españolas. Desde entonces estamos inmersos en un acelerador de partículas y en acusaciones cruzadas sobre quién ha provocado qué. Este acelerador de partículas ha dejado mucha gente por el camino, que se han sentido abandonados por el catalanismo inclusivo de-toda-la-vida, y en el terreno de los resultados no podemos exhibir ningún cambio efectivo y sí 18 personas en prisión o en el exilio. Es evidente que a la reflexión que muchos ya están haciendo desde el independentismo falta todavía la formulación de una nueva estrategia y encontrar en las fuerzas políticas del Estado respuesta a estas demandas.

¿Cuál es la salida? Prever las consecuencias de un referéndum acordado y ya imprescindible significa trabajar antes que éste se produzca, en las mejores condiciones de claridad y representación, sabiendo que es condición necesaria pero no suficiente y que negarlo reiteradamente tampoco me parece una alternativa viable. Incluso hemos tenido que oír cómo el Gobierno del PP culpaba al gobierno catalán de haber provocado <strong>las cargas policiales del 1 de octubre</strong>, ¡un acto cívico en el que participaron 2,3 millones de catalanes! Yo no me puedo acostumbrar a que Vox forme parte del juicio del Tribunal Supremo como acusación particular. Una fuerza política afortunadamente extraparlamentaria intentando influir desde el corazón de las instituciones en la orquestación de unos delitos inexistentes. No, miren. Una cosa es que la situación actual sea a causa del independentismo (que ha tensado la cuerda, etcétera) y la otra es que la situación actual sea consecuencia de haberlo hecho.

Hay un problema real y las soluciones propuestas de una y otra parte pueden ser calificadas de insuficientes o temerarias, pero cada uno tiene que ejercer su responsabilidad. No se puede acusar al independentismo de haber despertado a la extrema derecha. No es justo. Tenemos que encontrarnos en la defensa cerrada de los derechos y las libertades democráticas, que de todo hace demasiado poco y todavía es más fácil perder las que tienes que ganar otras nuevas.