ANÁLISIS DE LA JORNADA

El fútbol, a los pies de Messi

Leo Messi celebra su cuarto gol frente al Betis.

Leo Messi celebra su cuarto gol frente al Betis. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Me hacen gracia esos entrenadores que cuando se enfrentan al Barça y Leo Messi está ‘tocado’ (que no lo está nunca, creo que es el jugador que menos se lesiona del mundo), lamentan no poder enfrentarse a él. Ya saben, dicen esa frase de “no, no, yo quiero que juegue Messi porque quiero enfrentarme al Barça con sus mejores jugadores”.

No, perdone, usted no quiere enfrentarse a Messi. Usted lo que quiere es ganar ese partido y, por tanto, prefiere que no juegue Messi, o que lo reserven, o que siga con fiebre. Usted es de los que le pediría al árbitro que, cuando Messi saltase al campo, esgrimiese esa frase tan policial de “salga despacio con los brazos en alto, ponga las manos donde yo las pueda ver” por si, al margen de su talento, su creatividad, su pillería, su velocidad, su gol, su magia, su desequilibrio, lleva alguna otra arma con la que fulminar a su equipo. No, no, usted no quiere jugar contra Messi porque sabe, mejor que nadie, qué le ocurre al equipo que se enfrenta a Messi.

LaLiga se toma un descanso

Es normal que, después de que todo el Benito Villamarin ovacioase una exhibición de ese calibre, se produzca una semana de paro futbolístico. Es como si LaLiga quisiera reflexionar, en silencio, sobre lo ocurrido en el estadio del Betis y ver repetidas todas las filigranas que hizo Messi en compañía de los suyos, en un partido que empezó a decantar, de nuevo, la Liga del lado culé y creo que serían ya nueve en los últimos 11 años, es decir, estamos en el siglo de Messi. Lo siento. O no.

Contó una vez el bueno de Carlos Queiroz, un técnico de prestigio, que Messi es un jugador extraordinario, pero que no es humano. Y, frente al Betis, me vino a la mente esa reflexión, primero tras la falta a la escuadra, mientras un jugador bético se embadurnaba la camiseta de hierba, arrastrándose por el césped tras los pies de la barrera para evitar el gol por tierra, y llegó volando, allí donde duermen las arañas. Y, luego, claro, con el globito del cuarto tanto.

Saber perder

“Si Messi fuese humano, no habría tenido ese momento mágico en aquel partido", destacaba Queiroz. Esa es la prueba de que no es humano. Porque, sigue explicando el ‘mister’ portugués (y ahí, recordé el espectacular discurso de Quique Setien sobre quién es y cómo juega Messi), “cuando pierdes así, no tienes una sensación o imagen negativa de la derrota. Todo lo contrario, cuando un momento mágico de esos acontece, es cuando sabemos que el fútbol está vivo y es por eso que se trata de uno de los deportes más atractivos del mundo. Y más cuando viene de parte de un jugador que, hasta que no pruebe que es humano, no debería ser autorizado a jugar por la FIFA".

Dicen los que se entrenan a diario con Messi, es decir, sus compañeros, que Leo hace esas cosas todos los días, en todos los entrenamientos. Y lo hace, vaya, contra ellos, es decir, contra buena parte de los mejores futbolistas (y defensas) del mundo. Y algunos compañeros dicen haber visto cosas mejores. Lástima que los entrenamientos sean a puerta cerrada. Lástima.

TEMAS