Análisis

Trapero no sufre desmemoria

La contundencia y precisión del relato del mayor de los Mossos no pasarán desapercibidas en el juicio del 'procés'

Josep Lluís Trapero y su abogada, Olga Tubau, en su comparecencia en el Tribunal Supremo

Josep Lluís Trapero y su abogada, Olga Tubau, en su comparecencia en el Tribunal Supremo / periodico

Jordi Nieva-Fenoll

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Tiene bagaje, estudio y oficio. La declaración de este jueves de Josep Lluís Trapero ha sido la esperada en un policía muy experimentado, acostumbrado a los interrogatorios en ambos lados –como interrogador y como declarante–, y que ha preparado a conciencia su declaración con la intención de no olvidar ningún dato ni importante ni secundario, y que además sabe que ante un tribunal su obligación es comportarse con el respeto debido y ayudar a los jueces a que elaboren su enjuiciamiento. En una extensa declaración que se ha prolongado en total unas cinco horas, pocas veces hemos oído la frase “no lo sé”, menos aún la locución “no lo recuerdo” y creo que en ningún momento el consabido “no me consta”.

¿Cómo no le iban a constar todos los datos que afectaban a la seguridad al máximo jefe del único cuerpo armado de Catalunya? Él y su letrada han decidido asumir el riesgo de declarar, probablemente como antesala de la defensa que tendrá que hacer en su proceso ante la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Se ha expuesto al peligro de descubrir buena parte de su estrategia de defensa a cambio de dejar una imagen que le puede ayudar en el difícil proceso al que se enfrenta ante el tribunal citado, cuando concluya el del Tribunal Supremo. La declaración de este jueves era solo un aperitivo que, no obstante, puede tener muy en cuenta la fiscalía junto con buena parte de la prueba ya practicada estas semanas. Puede haber sorpresas.

Trapero ha expresado ante el tribunal un relato muy bien construido sobre la posición de los Mossos y la suya propia durante las jornadas de septiembre y octubre del 2017. Ha reafirmado con frecuencia el carácter ilegal del referéndum –carácter del que a estas alturas ya nadie duda–, y ha subrayado que en todo momento cumplió con las instrucciones que venían de la fiscalía y de los jueces. No hay que olvidar que actuaba de común acuerdo con Ferran López, como ha recordado también con reiteración, que además fue la persona escogida por Moncloa para substituirle, en un ejercicio que suponía probablemente algo más que una expresión de confianza, no ya a Ferran López, sino a todo el cuerpo de los Mossos. Recordemos que ni Soraya Sáenz de Santamaría, ni Mariano Rajoy ni Juan Ignacio Zoido cuestionaron en ningún momento su papel, pese a que fueron preguntados directamente por ello.

El plan para detener al Govern

Ha quedado también clara una falta de fluidez en la relación con Diego Pérez de los Cobos, así como unas dificultades notables de comunicación operativa que quizás se derivaron de esa mala relación personal. De hecho, ambos mandos policiales han declarado lo mismo en este sentido con diferentes matices. Trapero ha subrayado que siempre quiso cumplir con las leyes y, ha especificado, con la Constitución. No olvidemos que Mossos d'Esquadra, con Trapero al frente, fue el primer organismo de la Generalitat en ponerse a disposición de Moncloa tras la suspensión de la autonomía. Incluso se ha referido a un operativo preparado desde dos días antes de la inefectiva declaración de independencia para detener a todo el Govern. Y aunque la noticia puede parecer espectacular, no debe extrañar que se preparara un operativo semejante. Cualquiera que haga un poco de memoria de aquellos últimos días recordará que dichas posibles detenciones estaban, no ya en la mente, sino en boca de todos.

En su declaración ha dado la sensación de que hizo auténticos equilibrios para cumplir con sus obligaciones legales aun a riesgo de incomodar a los políticos, a los que ha afeado algunas de sus declaraciones por dar una imagen semisubversiva del cuerpo armado. Sin embargo, consta que dio la cara, es decir, que los convocó para explicarles la situación, advertirles de que la celebración del referendum entrañaba graves riesgos de seguridad pública, y que finalmente hizo lo que la justicia le ordenó, con un operativo del que discreparon los tres cuerpos policiales implicados. Como han reconocido de un modo u otro los responsables de todos ellos, ninguno supo hacer un buen cálculo estratégico. No es fácil prever las consecuencias de la movilización de millones de personas, aunque sea pacífica.

La declaración de Trapero, no obstante, es solamente la declaración de una persona coacusada, a la que justo por esa razón la jurisprudencia atribuye escaso peso. Hay que valorar esa declaración junto con todo el resto de pruebas. Sus palabras serán solo uno de los muchos datos a tener en cuenta. Con todo, su contundencia y precisión no pasarán desapercibidas en esta causa.