LA CLAVE

Juicio y urnas

El juicio a los líderes del procés por delitos gravísimos va a convertirse en el centro de la campaña electoral de las generales para regocijo de todos los que no tienen ninguna propuesta para mejorar la vida de los ciudadanos

Manifestación de las derechas en la plaza de Colón de Madrid

Manifestación de las derechas en la plaza de Colón de Madrid / periodico

Olga Grau

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Las elecciones generales se celebrarán, si no hay un cambio de última hora, el 14 de abril o el 28 de abrilPedro Sánchez ha renunciado a finalizar la legislatura a golpe de decreto ley ante la falta de apoyos para sacar adelante los Presupuestos y tras el escándalo tan mayúsculo como absurdo a cuenta de la figura del relator. El pinchazo de la manifestación de Colón le aconseja adelantar los comicios antes de que el bloque de derechas gane terreno. Y la convocatoria le salva de la incómoda situación de aprobar las cuentas con el apoyo de ERC y del PDECat, una imagen que le generaría más desgaste en la calle.

El país no solo se queda sin unos presupuestos que, objetivamente, suponían una mejora para Catalunya y para los ciudadanos por el fuerte incremento de gasto social. Sino que vivirá una campaña electoral que discurrirá en paralelo al juicio a los políticos presos. Si en el debate parlamentario de esta martes y miércoles se ha hablado muy poco de presupuestos y  mucho de Catalunya, la campaña electoral será monotema. 

El debate se realizará en términos de blancos y negros. La defensa de España ante un peligro inminente de ruptura (y de paso la involución de los derechos sociales, sobre todo los de las mujeres) será el eje programático de la derecha más radicalizada. El PSOE empezará a distanciarse de los partidos independentistas en la precampaña. Cualquier matiz sobre el tema de Catalunya será considerado una capitulación ante los golpistas, en un juicio paralelo al del Tribunal Supremo en el que se juzgará también a la autonomía de Catalunya.

La imagen potente de todo un ex-Govern de la Generalitat sentado en el banquillo del Supremo, imputado de delitos muy graves (rebelión y sedición), marcará el día a día de los mítines, dentro y fuera de la sala. Sin un atisbo de lo que realmente puede interesar a los ciudadanos: acceso a la vivienda, precariedad del empleo o políticas sociales. Prepárense para mucha bilis y poca política.