Análisis
El tiempo de la justicia
No se puede esperar que la Sala Segunda resuelva el contencioso político de fondo; ni debe ni puede hacerlo. Es de esperar que tampoco complique su resolución futura
Rafael Jorba
Periodista. Secretario del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Rafael Jorba
Ha llegado el tiempo de la justicia. El proceso del 'procés' se ha abierto en el Tribunal Supremo. Su Sala Segunda, presidida por el magistrado Manuel Marchena, se dispone a juzgar los hechos de septiembre y octubre del 2017. Los 12 procesados no lo son por su ideario independentista -la “causa general” que se invocó este martes-, sino por haber promovido la vía unilateral: las leyes del referéndum de autodeterminación y de transitoriedad jurídica de la república, la posterior consulta del 1-O y la declaración de independencia final.
La política tuvo su tiempo y lo desaprovechó. Así en Madrid como en Barcelona. El Gobierno de España, presidido por Mariano Rajoy, se parapetó en la ley; el Govern de la Generalitat, presidido por Carles Puigdemont, la desdeñó. La política brilló por su ausencia. Ahora este déficit de política es la patata caliente que, unos y otros, ponen sobre la mesa del Supremo. No se puede esperar que su Sala Segunda resuelva el contencioso político de fondo; ni debe ni puede hacerlo. Es de esperar, sin embargo, que tampoco complique su resolución futura.
El partido de vuelta, en Europa
La mejor contribución que el Supremo puede hacer a la causa de la democracia española es hacer justicia. Una justicia que debe ser justa, es decir, lo contrario de ejemplar. Los siete magistrados han optado por jugar la carta de la transparencia -la retransmisión en directo de la vista oral- y por dar voz como testigos a notables actores políticos de aquel momento, de los expresidentes Rajoy y Mas al lendakari Urkullu. La Sala Segunda es consciente de una doble circunstancia: no puede resolver un problema político que, como recordó en su día el Tribunal Constitucional, están llamados a hacerlo los poderes públicos “mediante el diálogo y la cooperación”, y sabe que el partido de vuelta, como advierten las defensas, se jugará ante la justicia europea.
En este contexto, la sentencia está por escribir. La vista oral servirá para cotejar en tiempo y forma las pruebas; también para escuchar al medio centenar de testigos. Solo entonces los magistrados estarán en condiciones de evaluar los cuatro tipos penales que se imputan a los procesados -rebelión, sedición, malversación y desobediencia- y de decidir si son de aplicación en este caso, sobre todo los dos primeros que han sido cuestionados por notables penalistas. Repito: es la hora de la justicia. Harían bien en no olvidarlo las defensas y en recordar la sentencia de Victor Hugo: “Si ustedes tienen la fuerza, a nosotros nos queda el derecho”.
La política vocinglera, con la campaña de las municipales y europeas (¿y generales?) como telón de fondo, seguirá actuando desde dos frentes opuestos: los que consideran que los encausados son unos “golpistas” -los líderes de la foto de familia del pasado domingo en Madrid- y quienes advierten que no aceptarán otro veredicto que la absolución. La justicia más que ciega debe ser sorda -abstraerse del tiempo político y del ruido mediático- y devolver a la política la patata caliente que le ha enviado para que afronte en el posproceso el problema de fondo.
- Niño Becerra lanza un aviso a los que van a pedir una hipoteca: "A partir del mes de junio...
- Los comercios del extinto Llobregat Centre de Cornellà perdonan 1,3 M de deuda a cambio de "malvender" sus locales
- Estas son las enfermedades que la yuca ayuda a combatir
- El Govern convoca de urgencia a Renfe para abordar el "desastre diario en Rodalies" tras el fallo en la renovación de los títulos gratuitos
- Las tres enfermedades que la manzanilla ayuda a combatir
- El sindicalista que cierra la lista del PSC: "¿Por qué Puigdemont no se hizo una foto en el maletero cagado y meado?
- Una fuga del gas refrigerante de la nevera del piso 86 propició el inicio del incendio de Campanar
- El Govern quiere que la T-Mobilitat cobre por kilómetros y no por zonas antes de 2027