El tablero político catalán

Esto no va de restituir a Puigdemont

La insistencia de JxCat busca presionar a ERC y la CUP y dinamitar los pactos entre las izquierdas tras las municipales

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Roger Palà

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Junts per Catalunya ha vuelto a poner sobre la mesa esta semana la investidura de Carles Puigdemont, haciendo un llamamiento a ERC y la CUP para "trabajar para restituir al ‘president’ legítimo". El presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC), decidió hace un año  no celebrar la investidura a distancia de Puigdemont para no arriesgarse a abrir un nuevo proceso judicial por desobediencia, una acción que le valió críticas desde algunos sectores del independentismo, que le acusaron de tibio y traidor.

Sorprende la insistencia con que algunas voces encendidas del mundo convergente atacan sin rubor a ERC por no "desobedecer", cuando al mismo tiempo ignoran un detalle relevante: si Puigdemont quería hacer un nuevo "embate al Estado" forzando su investidura ... ¿por qué no decidió volver a Catalunya y presentarse en persona en el Parlament? El ‘president’ en el exilio incluso colgó enigmáticas imágenes en Instagram dejando intuir su presencia en Catalunya, pero al final no apareció. Y lo más importante: ¿por qué prácticamente ninguna voz relevante del independentismo -ni en ERC, ni en la CUP- le pidió explicaciones y, en cambio, fue Torrent quien quedó como un 'botifler'?

La razón de todo ello hay que buscarla en el hecho de que el mundo convergente tiene una gran habilidad para generar discurso y modelar la opinión pública soberanista. Convergència ha gestionado la maquinaria de la Generalitat durante más de 30 años y ha dedicado grandes esfuerzos -y a veces, recursos públicos- a preparar el combate ideológico. Lo ha hecho desde los tiempos de la pretérita Fundació Acta, donde compartieron espacio intelectuales que hoy se han convertido en voces destacadas del soberanismo en los medios públicos y privados. Capítulo aparte merecen la Fundació Catdem -dirigida en su momento por Agustí Colomines, uno de los principales artífices intelectuales de la refundación de JxCAT- y la Fundació Catalunya Oberta -un 'think tank' liberal impulsado por el exsecretario del Govern de Jordi Pujol, Lluís Prenafeta-, donde se foguearon jóvenes promesas como el hoy candidato 'outsider' en Barcelona Jordi Graupera. Las dos fundaciones han tenido un mal final, salpicadas por casos de corrupción. En la actualidad, el ecosistema digital soberanista es el terreno de juego de nuevos opinadores y articulistas.

Es esta inversión en ideología lo que permite al mundo convergente instalar el relato que Puigdemont es el "’president’ legítimo", al tiempo que se obvia que él, al igual que el resto de candidatos, participó en unos elecciones convocadas por Mariano Rajoy vía artículo 155. Las contradicciones son múltiples pero en realidad nada de eso importa, porque el objetivo real de este relato es desgastar y presionar el independentismo de izquierdas para que no se atreva a articular mayorías progresistas con los 'comuns' y el PSC tras las próximas municipales. No se trata de restituir a Puigdemont, sino de poner ERC contra la espada y la pared y acusarla de traidora si se atreve a trazar su propio camino al margen la vieja Convergència.