Análisis

Clase media, bienestar estadístico

El problema de esta franja social en Barcelona es que vive en una ciudad en la que el coste de vida es alto, sobre todo por la vivienda

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Jordi Mercader

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Las estadísticas mejoran y eso en el reino de los porcentajes es buena noticia. Algo más de la mitad de los barceloneses forman parte de la clase media, esa clase que no tiene la suficiente épica para ir al paraíso como la obrera ni el glamur de vivir en la despreocupada seguridad de los ricos. Ni fu, ni fa, nadie piensa en ella cuando se hacen las cuentas de la renta mínima de ciudadanía ni tampoco les da para crear sociedades instrumentales con las que despistar al fisco. Esa clase media que se pelea con la subida del alquiler y observa atónita cómo se aleja la probabilidad de adquirir una vivienda, esa clase convertida en la pesadilla de la socialdemocracia europea vuelve a ser mayoritaria en Barcelona.

Como en el inicio de la crisis

La crisis remite. Los ricos han dejado de caerse en el purgatorio de la clase media y casi el 5% de los apresados en el abismo de la pobreza han conseguido asomarse al balcón del bienestar estadístico. El 34,4 % de los barceloneses seguían a finales del 2017 atrapado en el eufemismo de las renta bajas. Había tres veces más pobres que ricos en la ciudad y el doble de barrios por debajo de la media de la renta de 21.890 euros per cápita que por encima de esta cifra. Y aún así, los datos son esperanzadores; como los del empleo del 2018. Estamos como estábamos en el 2008, aproximadamente.

El problema de la clase media barcelonesa es que viven en una ciudad muy cara; según los estudios, el coste de la vida en Barcelona es el 25% más elevado que en la mayoría de capitales de provincia. El precio de los pisos tiene parte de la culpa. El acceso a la vivienda se está convirtiendo en el gran factor de desigualdad, a juicio de los expertos. El esfuerzo familiar para hacer frente al alquiler o a la hipoteca roza todavía los máximos considerados excesivos; la desmesura del incremento del alquiler sitúa a las rentas bajas por descontado, y también a las medias, en un sobresfuerzo cercano al doble de lo que representa para un ciudadano en Francia.

En la presentación del estudio, Gerardo Pisarello insistía en la exigencia de facultar a los ayuntamientos para controlar el precio de los alquileres. Si la vivienda es el factor de inestabilidad social más temido, si la clase media no puede tomar aire para emprender el vuelo con sus propias rentas y queda atrapada en la emergencia habitacional, no habrá quien financie el desastre. El Gobierno de Pedro Sánchez alega la necesidad de elaborar diferentes estudios sobre la materia antes de tomar una decisión.

A veces, iniciativas razonables pueden provocar efectos indeseables. Los últimos datos de construcción de obra nueva reflejan un aumento en toda Catalunya, pero en Barcelona baja. La relación causa efecto entre la obligación de dedicar el 30% de las nuevas promociones a pisos de protección oficial casi se impone. Esta es una medida para beneficiar a la mayoritaria clase media, sin embargo, de consolidarse la tendencia, la reducción de la oferta convertirá la compra en inasequible para sus rentasreducción de la oferta. La nueva clase media está condenada a sufrir.