Al contrataque

Los ultras se asientan

En las cuestiones esenciales o se va en serio o no; lo intermedio no existe. Pagaremos tanto cinismo. O mejor, ya lo estamos pagando y seguiremos haciéndolo

El PP presidirá la Junta y Cs el Parlamento, con los votos de Vox

El PP presidirá la Junta y Cs el Parlamento, con los votos de Vox. / periodico

Antonio Franco

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Francia supo tomar la iniciativa. Cuando los Le Pen llegaron como finalistas a las votaciones decisivas de las presidenciales de 2002 y 2017 un movimiento democrático de fondo impulsó a muchísimos ciudadanos que respaldaban a partidos de la izquierda o la derecha a forzar el voto contra Jean-Marie y Marine, aunque algunos tuviesen que recurrir a una pinza en la nariz. Centenares de miles depositaron papeletas a favor de adversarios tradicionales a quienes no habían pensado apoyar nunca. Era el caso de socialistas que auparon a Chirac y otra vez socialistas pero también conservadores que optaron por Macron. Su objetivo: preservar en la medida de lo posible las instituciones de la contaminación fascistoide que significaba el Frente Nacional. Prescindieron del partidismo y le antepusieron una convicción superior: la radicalidad democrática cuando es necesaria.

Vivimos aquí el momento histórico de un examen similar. Por primera vez desde Franco entran en el protagonismo de nuestro escenario político unos ultras que no se disfrazan: son toscos, oportunistas y partidarios a brochazos del tipo de vida que imperaba antes de la Constitución. Un reducido pero apreciable número de electores les ha dado representación en Andalucía, pero son los grandes partidos, torpes y cobardes,  quienes van a facilitar que algunos de sus miembros ocupen puestos institucionales desde los que se toman decisiones. La radicalidad democrática de esas formaciones consentidoras es pura boquilla. Podían haber pactado entre todos para impedirlo pero los respectivos partidismos han sido más fuertes que sus conciencias.

Esta novedad ambiciosa y decepcionante que se llama Casado ahora trabaja duro la propaganda para que pensemos que esa extrema derecha actual no es exactamente franquista. No le entusiasma, dice. Pero la valida, pues puede utilizarla en su propio beneficio, y crea el precedente de que si puede emparejarse con ella para alianzas de más trascendencia lo hará. Ciudadanos expresa abiertamente su rechazo, pero a través de flojera también consiente. El PSOE, que tendría que haber reconocido que la mayoría absoluta de los andaluces no quieren que Susana Díaz continúe gobernando, en vez de materializar un gesto digno de exclusión de los ultras ha hecho lo contrario: que si la derecha quiere gobernar se manche, imitando a aquellos 'indepes' catalanes que propugnan el cuanto peor mejor. Adelante Andalucía intenta salvar pasivamente una imagen purista cuando aquí lo necesario era mojarse con todas las consecuencias en un 'no pasarán'.

Vuelvo a la referencia de la radicalidad democrática. En las cuestiones esenciales o se va en serio o no; lo intermedio no existe. Pagaremos tanto cinismo. O mejor, ya lo estamos pagando y seguiremos haciéndolo.