Al contrataque

Si me hablas en femenino

Ahora que nos habíamos acostumbrado al desdoblamiento, va y aparece un nuevo fenómeno que, lo confieso, me tiene desconcertada a nivel comunicativo. Se trata del uso del plural femenino como genérico

Perroflauta y chiflado, en el Nuevo Diccionario Histórico Español

Perroflauta y chiflado, en el Nuevo Diccionario Histórico Español / periodico

Najat El Hachmi

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El lenguaje pertenece a sus usuarios y, por lo tanto, es lícito que estos decidan utilizarlo de una forma determinada con finalidades políticas. Que las correspondientes academias dedicadas a dictar normas sobre el uso correcto de un idioma hagan su trabajo no significa que los que usamos ese mismo idioma no podamos hacer con él lo que buenamente decidamos. De hecho, las instituciones sirven más como remedio paliativo contra el inevitable cambio lingüístico que como órganos autoritarios que tengan como objetivo primordial el control de millones de hablantes.

En tiempos líquidos en que muchos hablantes no parecen tener ninguna conciencia sobre los diferentes registros y la jerarquización que impera en todo idioma de forma normal, no es extraño que se perciba con hostilidad la tarea de poner orden, fijar y limpiar. Suena rancio y obsoleto y se critica cuando no está por la labor de cambiar a favor de ciertas luchas contemporáneas. Tendríamos que vivir con más normalidad la convivencia entre los dictados de la norma conservadora y el uso del lenguaje con el objetivo de crear un efecto determinado en el que escucha o lee. 

El desdoblamiento de género, por ejemplo, para evitar el masculino genérico, tiene una clara intencionalidad política. Personalmente me resulta engorroso y no lo uso, tengo la suerte de que mi profesión no me obliga, pero puedo entender que haya quien no pueda dejar de decir 'todos y todas'. Tienen razón los lingüistas que lo critican porque puede acabar creando absurdos lingüísticos y a menudo se abusa de este recurso. Expertos en la materia defienden que lingüísticamente es un despropósito porque el género gramatical nada tiene que ver con el machismo. Lo que no entiendo es ni que esta cuestión se convierta en un tema central, a veces el único, cuando se quiere luchar contra la discriminación ni que haya quien se rasgue las vestiduras porque las feministas van a acabar matando la lengua.

Y ahora que nos habíamos acostumbrado al desdoblamiento, va y aparece un nuevo fenómeno que, lo confieso, me tiene desconcertada a nivel comunicativo. Se trata del uso del plural femenino como genérico para evitar tanto el masculino, que invisibiliza a la mujer, pero también el desdoblamiento, imagino que por pesado. Lo que en principio puede parecer una opción más acaba provocando situaciones extrañas y poco eficaces o como mínimo llevan a confusión, que es lo peor que le puede pasar al emisor de un mensaje: hombres de barba abundante y voz grave cuentan que “todas hicimos tal cosa o tal otra”. Y yo no sé si es que eran todo mujeres o él se considera una mujer o qué. A veces resulta que los protagonistas eran todos hombres y entonces me pregunto si no estaremos ante un nuevo proceso de apropiación, si mientras nos distraen, otra vez, con el lenguaje, no seguimos en las mismas de siempre.