Reducción de la desigualdad

Un nuevo salario mínimo para Catalunya

Las subidas salariales favorecerían el desarrollo económico de las regiones menos productivas y reducirían su dependencia de las transferencias estatales

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Sergi Cutillas

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El acuerdo de Presupuestos al que han llegado el Gobierno del PSOE y Unidos Podemos-En comú Podem incluye la subida del salario mínimo (SMI) hasta los 900 euros, una subida del 22% respecto de los 736 actuales. Esta medida es muy positiva por varias razones. En primer lugar, en España, el 13% de los trabajadores están bajo el umbral de la pobreza. Entre los países europeos, solo Rumania, Grecia y Turquía superan este porcentaje. La subida del salario mínimo reducirá la desigualdad y la pobreza.

Cambio de modelo productivo

En segundo lugar, como explica Miquel Puig, sería un paso adelante hacia un cambio de modelo productivo, ya que la subida del coste del trabajo que requiere menor calificación y genera poco valor añadido incentivará la búsqueda de mayor productividad para compensarla. Y es que, aunque la flexibilidad laboral es el leitmotiv de la teoría dominante, la eliminación de rigideces laborales (salarios más altos, y restricciones en la contratación y el despido) ha empeorado la productividad en una amplia muestra de países en las últimas décadas. España (y Catalunya en menor medida) es un ejemplo destacado: las medidas de flexibilización laboral desde los años 80 para modernizar la economía y acercarnos a la UE que debían incentivar la inversión y la innovación, y así empujar el crecimiento, han llevado a un modelo económico enfermo que ha fomentado la especulación, el rentismo y el clientelismo, y que ahora se expresa en las múltiples crisis que vivimos en el Estado. Este modelo se caracteriza por la precariedad, la fragmentación y la temporalidad laboral crecientes, un altísimo desempleo estructural y productividad a la baja cuando la demanda crece, en vez de subir gracias a las economías de escala y a la incorporación de nuevas tecnologías.

En realidad, la protección del trabajo fomenta la sustitución de este por capital e incentiva la reorganización de la producción para ganar eficiencia. Esto provoca la inversión relacionada con un proyecto con cierto horizonte temporal, algo opuesto a lo que ha impuesto la ideología dominante en las últimas décadas. Es por ello que la subida del salario mínimo es un grano de arena para recuperar una idea de sociedad con un poco de compromiso consigo misma y con su propio futuro.

En tercer lugar, hay que decir que en España los precios no son iguales en las diferentes regiones. En Catalunya son significativamente más altos que en otras regiones, mientras que los salarios no son tan diferentes. En algunas comunidades, por ejemplo, el nuevo salario mínimo superaría el 90% de la renta per cápita, mientras que en Catalunya se situaría en el 66%. Por lo tanto, el nuevo SMI se notaría mucho más en aquellas regiones de menor renta, mientras que en Catalunya los trabajadores pobres no se beneficiarían tanto. Por ello sería necesario que el SMI pudiera adaptarse para que representara el mismo poder de compra en todas partes.

Reducir el superávit comercial catalán

Subir más los salarios en Catalunya y aquellas regiones con salarios relativos más bajos no va en contra de las regiones de rentas más bajas ya que, como ha explicado extensamente Jordi Angusto, unos salarios demasiado bajos en relación a la productividad en Catalunya provocan un superávit comercial catalán del que se beneficia mayoritariamente el empresariado catalán que vende en el mercado español. Este superávit, que genera un déficit comercial en las comunidades autónomas menos competitivas, se compensa con las transferencias del sistema de financiación autonómica, que mayoritariamente pagamos los trabajadores catalanes vía IRPF e IVA. Así, las balanzas fiscales negativas catalanas reflejan una subvención de la mayoría de catalanes, con sus impuestos y bajos salarios, al empresariado catalán que le permite ganar cuota en el mercado español. Son así, en realidad, balanzas entre clases sociales en Catalunya.

Subidas salariales en Catalunya favorecerían el desarrollo económico de las regiones menos productivas y reducirían su dependencia de las transferencias estatales, contribuyendo a la larga a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores en todo el Estado. De hecho, reducir el superávit comercial catalán con respecto a las regiones menos competitivas sería igual de necesario para la reducción de las tensiones territoriales y de las desigualdades en todo el Estado, como lo sería la subida de salarios en Alemania para combatir la crisis de el euro, evitando que los países del sur de la zona euro se vean forzados a la devaluación salarial crónica a través de la austeridad.

El SMI de 900 euros en todo el Estado supondría avanzar en el primer y segundo puntos. Si se alcanza esta meta, tendremos que trabajar en el tercero.