Opinión | EDITORIAL
Huelga en los CAP
Más allá de la crisis política, la gestión de la sanidad catalana desde hace años beneficia al sector privado perjudica al público
En la anterior huelga de médicos, de 2008, el lema era «No me explotes». Los facultativos reivindicaban una mejora asistencial y se quejaban entonces de un exceso de trabajo y del colapso en las consultas. Diez años después, la cosa sigue igual. O peor. La crisis económica golpeó las estructuras básicas del Estado del bienestar y la sanidad fue uno de los sectores más perjudicados. Quizá el que más. Las cifras son apabullantes. Si en el 2008, la Generalitat dedicaba un 35,5% del presupuesto a la salud, en el 2017 el porcentaje era de un 28,8%. Seis puntos menos que aún son más lacerantes en la atención primaria, que solo recibe un 16,9% del total dedicado a sanidad, cuando la cantidad deseable tendría que estar en torno al 25%. Desde el 2011 al 2016, el Govern rebajó en 1.500 millones el presupuesto sanitario en relación al del 2010. Desde el 2017, el recorte es de 1.000 millones, unos datos que nos hablan de la dimensión del problema.
Falta de recursos
Porque la huelga convocada por Metges de Catalunya (MC) que se inicia el lunes en los casi 1.000 CAP de Catalunya, donde trabajan 5.700 médicos de cabecera, pediatras, odontólogos y ginecólogos, no se refiere únicamente a una legítima reivindicación salarial (la recuperación del 30% del poder adquisitivo perdido desde el 2010), sino que sobre todo incide en una reivindicación social. Durante este trayecto crítico, las alforjas que se han perdido son el deterioro notable en la atención primaria y la flagrante falta de recursos, solo paliados por una dedicación ejemplar, vocacional y exhaustiva del personal sanitario. En las demandas de la huelga destacan el aumento de la plantilla y del tiempo dedicado a los pacientes, la reducción de las listas de espera y una revalorización de la figura del médico de familia, «el profesional de referencia y confianza de las personas», según reza el comunicado de la Camfic (Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària).
La semana que viene será complicada, porque se suman diversas reivindicaciones sanitarias en un pulso al Govern. Pero a nadie debe extrañar este grito de alerta ante una situación insostenible en la cual han salido ganando, sin duda, la sanidad privada y las mutuas que ofrecen seguros médicos. Más allá de lecturas nubladas por la situación política, lo cierto es que los gobiernos nacionalistas han practicado una gestión en la más pura dinámica conservadora para beneficio del sector privado y degradación del público. Así de claro. Así de grave.
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