IDEAS

Despintar un cuadro

Detalle de una obra de Jorge R. Pombo

Detalle de una obra de Jorge R. Pombo

Jordi Puntí

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En esta época de exceso constante de imágenes, ¿qué es lo que recordamos de un cuadro que nos gusta, de una pintura? Quizá la armonía de los colores, el estado de ánimo que nos produce, un detalle que destaca... Le daba vueltas hace unos días, mientras visitaba la exposición de Jorge R. Pombo en Can Framis, el espacio de la Fundació Vila-Casas. Ante una de las telas que expone, un óleo de grandes dimensiones, uno piensa enseguida en La libertad guiando al pueblo. Es como si vieras el cuadro de Delacroix tras un cristal translúcido, o como si la lluvia hubiera deshecho la pintura. Se trata de uno de los múltiples diálogos con la tradición que ensaya Pombo: recrea con exactitud cuadros de grandes maestros como TintorettoVelázquez o Delacroix, y luego rehace esa obra -se la apropia- borrándola con disolventes. Hay que verlo. La despinta, la transforma en algo que es y sobre todo no es lo mismo. Uno la reconoce -las formas, la composición, el recuerdo-, pero pronto entiende que aquello ha evolucionado hacia la abstracción. Como si la materia hubiera decidido autodestruirse para convertirse en otra cosa, adoptando un nuevo estado que resulta fascinante.

Jorge R. Pombo es un pintor teórico, que piensa sobre el proceso de creación y entiende la obra también como una investigación práctica

Jorge R. Pombo tiene ahora 45 años y una carrera consolidada después de vivir y exponer en muchos países. Esta exposición, Viaje a la esencia de la pintura, es un repaso a sus diferentes etapas creativas. En todas ellas se percibe la voluntad de experimentar, de forzar la comprensión de lo que propone a partir del riesgo. Pinta edificios de lugares como Estambul, Nueva York o México, y los superpone en el mismo cuadro, como un palimpsesto arquitectónico. Modifica reproducciones de cuadros icónicos pintando encima un grafiti que dice “POST NO BILLS” (no fijar carteles). En otros casos los modifica con café, o al carboncillo, ensuciándolos para llevarlos al territorio de las sombras. Pombo, ya se ve, es un pintor teórico, que piensa sobre el proceso de creación y entiende la obra también como una investigación práctica. El resultado es un juego entre iconoclasta y fundacional. Sus cuadros sestarán en Can Framis hasta el 20 de enero: os esperan para haceros dudar de la realidad.