ANÁLISIS
El valor de Rubi
El entrenador catalán ha transformado al Espanyol en un equipo ambicioso y propositivo
A mediados de agosto, cuando pronosticar clasificaciones finales a nueve meses vista se convierte en un apasionante pasatiempo veraniego en las sofocantes tardes de calor, en ninguna quiniela previa de aspirantes a posiciones europeas aparecía el Espanyol. Y era lógico que así fuera: más allá de sus triunfos ante los grandes (los ganó a todos), su temporada pasada se acercó bastante a la decepción. Vino a constatar que el proyecto chino quizá no sería tan ambicioso como en un primer momento se vendió, y Quique Sánchez Flores acabó destituido con el entorno cabreado porque pareció percibir que a su técnico le motivaba cada vez menos la aventura. El mercado de verano no fue tampoco de aquellos que generan ilusión. Se marcharon Gerard Moreno, Marc Navarro y Aarón. El fichaje estrella, Borja Iglesias, estaba aún por probar en Primera. Si el curso anterior había tenido como tónica general la mediocridad… ¿qué se podía esperar de este, con peor plantilla y menos sueños?
Cuatro jornadas después del inicio, el Espanyol parece otro equipo y su gente respira ilusión. El gran responsable de ello es Joan Francesc Ferrer 'Rubi', un técnico que ha conseguido, casi sin ayuda de incorporaciones, transformar el espíritu del colectivo, que ahora transmite entusiasmo, es optimista y sale a jugar con una actitud propositiva. Inicia los partidos con tres delanteros puros (Sergio García, Leo Baptistao y Borja Iglesias), ubica por delante del medio centro a dos interiores asociativos y consigue que incluso Esteban Granero, etiquetado como un futbolista frío y con más talento que garra, acuda a la presión alta y robe balones en campo contrario. Con Mario Hermoso, David López y un Marc Roca que parece un jugador revitalizado, posee los argumentos para iniciar el fútbol como siempre le ha gustado. Su ascenso con el Huesca le da una autoridad que respalda sus ideas, y su pasado periquito le ha ayudado a reenganchar a una afición que en algunos momentos del último curso se sintió desencantada.
Este sábado, un Espanyol que sólo ha perdido en Vitoria (tras sufrir las consecuencias psicológicas de una decisión favorable rectificada posteriormente por el VAR) amenaza en el Bernabéu al pletórico Real Madrid que arrolló a la Roma. Un escenario en el que, hasta ahora, todos los visitantes se han comportado de modo conservador. Será interesante ver si Rubi, que ya no es tan kamikaze como en sus inicios, como cuando salió con defensa de tres en su debut con el Sabadell en Segunda B ante el Peña Sport en Tafalla, mantiene el trío de delanteros ante el campeón de Europa y la misma estrategia agresiva. Más que la incógnita del resultado -que lo más lógico sería que fuera negativo-, lo que verdaderamente nos aportará información será la propuesta de Rubi. Sabremos si su entusiasta personalidad tiene límites o si ha decidido intentar volar hasta el cielo sin miedo a caerse. Y si continúa siendo el entrenador con el trabajo más transformador de este inicio de Liga.
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