Análisis

Futuro en precario

Transformar la realidad del mercado laboral pasa también por medidas concretas como la subida del salario mínimo

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Sonia Fuertes

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El economista Guy Standing define el precariado como una clase social que se caracteriza por vivir en permanente inestabilidad laboral, con todos los efectos que ello comporta para su autonomía y su bienestar. Una clase social cada día más extensa en un contexto fuertemente desigual.

Seis años después de que la RAE incorporara al diccionario el término mileurista, lo que entonces nos parecía muy preocupante hoy está normalizado y resulta casi un privilegio; para muchas personas, llegar a dicho sueldo comportaría una mejora de sus condiciones laborales. Trabajar con salarios bajos, sin continuidad, sin garantías, con una jornada parcial no deseada y con pocas expectativas de desarrollo personal y profesional es ahora mismo el escenario habitual.

El informe 'Employment Outlook 2018' que la OCDE publicaba hace unos días destaca el crecimiento de la tasa de ocupación, que por primera vez después de la crisis alcanza el 61,7%, pero en paralelo advierte de la baja calidad de la ocupación y de la falta de seguridad en el trabajo.

La tasa de pobreza de la población en edad productiva es del 10,6%, un dato que debe ponerse en relación con el estancamiento de los salarios. Los más bajos, que son los que más crecen en volumen y que a menudo corresponden a contratos a tiempo parcial, son los más perjudicados. Más trabajo, menos calidad y salarios bajos sería un primer titular.

En cuanto a las desigualdades de género, todavía es notoria la brecha salarial, que se inicia durante la primera parte de la carrera profesional de la mujer y guarda relación, en gran medida, con la falta de medidas que favorezcan una corresponsabilización en lo que atañe a los cuidados familiares.

El diagnóstico de la situación en España es eminentemente negativo, con la caída continuada de los salarios reales desde el 2016 como rasgo distintivo. El trabajo a tiempo parcial involuntario y la escasa retribución tienen que ver con las miles de personas que perdieron su empleo durante el período de crisis y luego se han visto abocadas a puestos en peores condiciones.

En Catalunya varios informes –como el INSOCAT de ECAS 'Escenario postcrisis: trabajadores pobres, desigualdades más profundas' o el dossier 'Catalunya Social' de la Taula del Tercer Sector sobre precariedad juvenil— han alertado de los efectos de cronificación de la pobreza que dicha precariedad puede comportar.

El propio informe de la OCDE apunta diferencias significativas en función de las políticas sociales que se pongan en marcha. Por una parte hay que acompañar a las personas desempleadas, y por otra es fundamental el papel de la formación continuada y de la formación profesional para mitigar los efectos de la polarización.

Ahora bien, más allá de estas líneas generales, transformar la realidad del mercado laboral pasa también por medidas concretas como el incremento del salario mínimo. Una vez más, la responsabilidad debe ser compartida si queremos avanzar hacia a un modelo más justo y equitativo.