CRISIS EN ITALIA
Más allá del circo romano
El primer gobierno populista en un país de la Europa rica va a tener que esperar
Rafael Vilasanjuan
Periodista
Rafael Vilasanjuan
El primer gobierno populista en un país de la Europa rica va a tener que esperar. Visto desde la distancia, parecía tremendamente sospechoso que un país se pudiera gobernar con un acuerdo entre populistas a izquierda y derecha. ¡Claro! Siempre hay puntos de encuentro: la xenofobia, el odio a los refugiados -que para unos manchan la pureza étnica y para otros amenazan el mercado y los puestos de trabajo mas precarios- o el rechazo hacia una Europa que se ha mostrado de todo menos solidaria, con las llegadas incesantes a los puertos italianos.
Todo eso y mucho más es lo que llevó a Italia a polarizar su voto, algo que por otra parte no es exclusivo de nuestros vecinos en la orilla Este del Mediterráneo. Pero cuando parecía que los extremos habían alcanzado un acuerdo, emerge Sergio Matarella, el presidente de la República, para ejercer sus funciones en defensa del Estado y salvarlo de la tragedia.
El descontento, única conexión
Tal vez solo haya avanzado lo inevitable, porque parecía imposible un gobierno entre quienes solo coinciden en el descontento. Ha bastado retirar una carta para que el castillo de naipes se venga abajo. El rechazo al nombramiento de un ministro de finanzas cuya receta pasaba por sacar a Italia del euro, -algo que ningún partido había anunciado en campaña-, ha sido suficiente para que cayera el resto. Para empezar, Giuseppe Conti un candidato a primer ministro que infló su carrera con títulos inexistentes en universidades de prestigio, sin experiencia de gestión política, ni de gobierno, que en el mejor de lo casos se hubiera convertido en un mero ejecutor de ideas cruzadas entre populismos opuestos.
Como experimento político, en un país que lleva unos cuantos, es posible que no hubiera desafinado, pero la decisión deja a Italia frente a un nuevo gobierno, -el sexto en seis años-, que muy probablemente no va a ser aceptado por el parlamento y tendrá los días contados hasta unas nuevas elecciones antes de que acabe el verano.
El temor de los mercados
Entre el melodrama y la farsa, muchos pueden intuir que aunque la situación sea grave, en Italia las cosas funcionan como en un circo romano, sin que pase nada. Pero la decisión ha dejado una vez más a los mercados temblando, a la población molesta por un nuevo gobierno al que nadie ha votado y en la incertidumbre a un país cuya deuda en Europa solo supera Grecia.
No parece probable que el deseo del movimiento 5 estrellas de procesar al presidente Matarella por esta decisión pueda tener recorrido. Pero al margen del circo político en Roma hay que empezar a entender que lo que ocurre en Italia no nos es ajeno. Una década después de que empezará la euro crisis, nadie ha salido indemne. Como en Italia, los salarios no han subido en una década, las desigualdades aumentan mientras crecen los populismos sin que la UE acabe de definir el camino de algo diferente. Puede que de momento el colapso de la coalición euroescéptica ayude, pero con las elecciones a tres meses, hay motivos para seguir preocupados. No solo en Italia.
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