LA CLAVE
El príncipe mártir Puigdemont
ERC y el PDECat asisten desalentados a los movimientos del expresident y de su vicario para dar forma a un movimiento nacionalista desde la derecha extrema hasta los predios centrales de Esquerra
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
La coalición independentista no es monolítica. En ella bullen tendencias, análisis y tácticas contradictorios. Pero hoy por hoy, el dictado de Puigdemont y de su representante en la Tierra, Torra, anula cualquier idea divergente.
Con la inestimable ayuda de Rajoy y del juez Llarena, pero también de la perplejidad, las vacilaciones y la falta de coraje de la izquierda, Puigdemont detenta una posición incontestable en el magma nacionalista. Es el príncipe mártir, cuyas llagas sagradas convierten cualquier discrepancia interna en apostasía.
En el bloque secesionista solo hay un plan. Mejor dicho, planes hay varios, pero solo uno que cuente: acentuar la tensión con el Estado, bloquear la vía hacia la normalidad institucional, mantener viva la ficción de que el independentismo nunca quebró el Estatut y la Constitución sino que actuó siguiendo un mandato popular, el del 1-O, que no existe ni siquiera en la mente de los observadores internacionales que contrataron los propios secesionistas.
¿A dónde conduce este plan, además de a perpetuar la parálisis de la Generalitat? Puigdemont y sus pretorianos, empecinados en su huida hacia delante, apuestan por que el choque permanente, los juicios a la dirigencia del procés en el Tribunal Supremo y, si hay suerte, un revés definitivo de Alemania a Llarena configuren en unos meses un escenario electoral ideal para ampliar su hegemonía en el bloque nacionalista.
El fracaso y la impotencia
ERC y la dirección del PDECat reniegan de esta vía. Saben que es una vía ciega. Defienden un alto en la batalla para reunir fuerzas. Pero, faltos de coraje y temerosos del estigma del apóstata, se dejan arrastrar por el príncipe mártir.
El fracaso de ERC es de libro. Esquerra tenía en la mano la presidencia de la Generalitat y una hegemonía independentista inapelable, pero se inmoló al forzar a Puigdemont a ir a la DUI. Y la dirección del PDECat es la encarnación de la impotencia. Pascal es incapaz de aguantarle el pulso a Puigdemont. Será apartada en cuanto el príncipe mártir le dé forma al movimiento nacionalista que ambiciona, desde la derecha extrema hasta los predios centrales de ERC.
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