Al contrataque

Un modelo de éxito

La inmersión lingüística ha funcionado pero si tenemos en cuenta los datos generales de calidad de nuestro sistema educativo es un poco atrevido decir que se trata de un modelo de éxito

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Najat El Hachmi

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Esta chica que conocí estaba dotada de una gran inteligencia, capaz de entender las ecuaciones más complicadas y desglosar las cifras más complejas pero de repente me sorprendió manifestando una gran admiración por una figura destacada del neoliberalismo económico en su versión más salvaje, aquel que cree que la intervención de las estructuras de control de las democracias sobre las economías debería reducirse a la mínima expresión.

Quizá es que estoy cargada con un prejuicio que otorga a las personas inteligentes una inherente sensibilidad ante las injusticias y, por tanto, las concibo como progresistas por defecto pero es evidente que se puede ser muy inteligente y muy de derechas, muy neoliberal y un enemigo acérrimo de las medidas que tengan por objetivo acortar las desigualdades sociales. Se puede estar muy bien dotado para la comprensión técnica de la vida y en cambio no entender ni un ápice de las estructuras sociales que relegan una buena parte de sus miembros a la precariedad, la pobreza o incluso la indigencia.

Ningún tipo de espíritu crítico

Quizá el hecho de que la chica viniera de una familia con pocos recursos que tuvo que hacer un esfuerzo enorme para pagarle los estudios me llevó al equívoco de esperar una mayor conciencia por su parte en este sentido. Pero no, no mostraba ningún tipo de espíritu crítico ni ante los poderes económicos ni los políticos y parecía que, como ciudadana, daba por sentado que las cosas son así porque sí y si sus padres obtenían una parte muy pequeña de la riqueza que generaba su fuerza de trabajo es porque así van las cosas.

Decimos a menudo que el modelo de enseñanza en Catalunya es un éxito. Y lo es en el sentido de permitir que cualquier persona que pase por la escuela aquí acabe dominando tanto el catalán como el castellano independientemente de la lengua que hable en casa. Este es un hecho que desde la instrumentalización política ha sido tratado o bien como una imposición de los perversos nacionalistas que quieren inocular su virus en los niños y adolescentes o bien como mérito propio por parte de quienes han gobernado nuestras instituciones desde que funciona la inmersión.

En realidad, se trata de un mecanismo de nivelación social: conocer ambas lenguas, incorporarse al catalán es acortar un poco la desigualdad social. Por eso cuando no existía esta política muchos hijos de inmigrantes castellanohablantes tuvieron que hacer solos, sin apoyo institucional, el esfuerzo de aprender una lengua que les era necesaria. En este sentido la inmersión ha funcionado pero si tenemos en cuenta los datos generales de calidad de nuestro sistema educativo es un poco atrevido decir que se trata de un modelo de éxito. A menos que el éxito consista en tener unos niveles de rendimiento tan bajos como los de los alumnos monolingües de otras zonas del Estado. La chica de la que hablaba, si hubiera recibido una educación que formase su espíritu crítico, podría no asumir con tanta naturalidad el sistema que relega a los márgenes familias como la suya.