Opinión | Ideas

Miqui Otero

Escritor

Miqui Otero

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Algo pasa después de la huelga

sehinton

sehinton / periodico

Pasado el 8 de marzo, después de un día de huelga que apoyo en silencio, paseo por mi casa en pijama, miro mis estanterías y compruebo que algo pasa.

Algo pasa cuando tu novela favorita de adolescencia la escribió una chica pero tú ni lo sabías. Asumiste que esa historia de bandas juveniles, peleas en el parque y besos de autocine con olor a chicle era obra de un tipo. Al fin y al cabo, el libro se titulaba 'Rebeldes' y el autor se llamaba S. E. Hinton. Lo que no sabías es que el editor le había aconsejado a la autora, Susan Eloise, que lo firmara con iniciales, porque de otro modo los lectores con bolsa escrotal ni lo abrirían. Algo pasa cuando esto no sucede en la Inglaterra victoriana, sino en el Estados Unidos de 1967.

Algo pasa cuando puntualizas cuál es tu novela favorita escrita-por-una-mujer. Pero algo peor sucede cuando la novela en cuestión la firma un hombre. En este caso es una obra sobre la vocación, a menudo frustrada. La protagonista es una mujer inglesa del siglo XIX, cuyo talento se apaga a la sombra de un pedante: "Era melancólica y parecía agradecida; bastaba con su presencia, como ocurre con la luz del atardecer". La novela es radiante, se titula 'Middlemarch' y la firma un tal George Eliot, seudónimo de Mary Anne Evans.

Algo pasa en un mundo daltónico donde la regla en la televisión es de color azul

Algo pasa cuando estudias tu colección de discos y descubres allí algunos recopilatorios: 'Girls from the garage', 'Girls with guitars', 'Girl Sounds'. Tú piensas que al menos tienes discos de chicas, ¡incluso feministas!, pero algo pasa cuando guardas casi todos los grupos femeninos de los 60 en una caja recopilatoria que ocupa menos que todos los álbumes de uno de tus grupos masculinos favoritos de la misma época.

Algo pasa en un mundo daltónico donde la regla en la televisión es de color azul. En el que se contesta a todo esto diciendo que las buenas escritoras, como Jane Austen (que ni siquiera firmaba sus novelas con su nombre), salieron adelante, algo parecido a negar la discriminación racial aduciendo que Otis Redding llenaba teatros. Algo pasa cuando tardas más en decir ocho nombres de guionistas mujeres que ocho apellidos vascos. Algo pasa, también, cuando después de siglos infrarrepresentadas y tras un par de años de visibilización editorial feminista, decimos que "esta moda cansa un poco", como si habláramos de que se llevan los crocs, la quinoa o el bikram yoga. O que vuelven el vello pectoral o los calzoncillos eslips.

Algo pasa cuando no logramos ver lo que ellas perciben como injusto del mismo modo que uno no ve a gente con escayolas por la calle hasta que a él le enyesan el brazo. Algo pasa y nosotros no podemos pasar y ya es hora de que no pase.