Un refugio

Puigdemont busca mantener las espadas en alto con el Estado español. Tiene mucho de hombre herido. Y tiene razones para sentirse así. Aunque no todos los zarpazos se los ha propinado el Estado. También los propios se unieron al quebranto y él mismo se autolesionó al olvidar que su deber era servir al bien de todos.

ERC está pagando un precio muy alto por la carrera desenfrenada del procés. Se saltaron demasiadas barreras, no solo la legalidad. ¿Fue ignorancia, inconsciencia o exaltación? Lo único cierto es que la realidad de Junqueras en prisión es desoladora. 

El catalanismo que generaba mayorías desde la diferencia ha saltado por los aires. Y esa voladura nos ha hecho peores y más débiles. Solo sobre sus cimientos puede construirse un nuevo refugio colectivo. El que permita que unos vuelvan a sentirse acogidos y otros puedan reflexionar sobre qué camino seguir para defender sus legítimos anhelos. 

Melancolía inútil

Ni el PSC ni Catalunya en Comú cumplieron sus objetivos electorales. Esa decepción quizá explica el bajo perfil de ambas formaciones. Pero la melancolía no sirve para nada. Debería ser posible encontrar entre ellos, ERC yERC JxCat (o PDECat) los restos del catalanismo y marcar unas líneas de gobierno que protejan al Parlament de más zozobras. La primera obligación de todos los diputados debería ser recuperar el autogobierno. Si, además, se empieza a construir un refugio donde quepamos todos, dejaremos de seguir perdiendo.