Contrapunto

Los efectos de los recortes castigan a la vivienda

La falta de personal alarga los plazos de tramitación de las nuevas construcciones mientras suben los precios

LLuis Marsà

LLuis Marsà / periodico

Salvador Sabrià

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Cuando la manta es pequeña, si se tapa el cuello se destapan los pies. Con la función pública ha sucedido algo similar con los recortes aplicados en los últimos años. Ahora que empieza a notarse una cierta recuperación resulta que en muchos ámbitos no hay suficiente personal para realizar los trámites legales vigentes. En uno de los sectores en los que se nota más este efecto colateral es en la construcción de viviendas. Se trata de una actividad que tiene un proceso de producción muy largo, en el que participan muchas administraciones, desde la regulación del suelo hasta las últimas licencias y permisos para vender el piso una vez construido y tras pasar todas las inspecciones pertinentes y los correspondientes pagos de tributos varios.

Tras un decenio de práctica inactividad, los ayuntamientos, las autonomías y la Administración central ajustaron las plantillas directamente relacionadas con el urbanismo y la construcción y ahora se encuentran con muchos problemas para poder responder en tiempo y forma al nuevo empuje del sector. Se quejaba de ello hace unos días el presidente de la Associació de Promotors de Catalunya, Lluís Marsà. Y, aunque es parte interesada, tenía mucha razón. Un ejemplo del extremo al que se ha llegado en los recortes y que ahora cuesta mucho revertir es el caso de una promoción que lleva meses pendiente de poderse comercializar porque le falta el informe pertinente del servicio de bomberos sobre las características de seguridad de la obra finalizada y no hay manera de avanzar porque solo queda un especialista disponible unas horas por la mañana.

El presidente de los promotores reclamaba más rapidez a las administraciones para evitar que se alargue sin sentido el plazo de construcción y comercialización de una promoción y advertía de que este tiempo es vital para frenar aumentos de precio que no tendrían sentido de otra manera. La crisis dejó a mucha gente sin vivienda y frenó las obras de nueva oferta pero no redujo la demanda, que ha continuado creciendo y creando una bolsa que a su vez aprieta al alza los precios de los pocos pisos que salen a la venta.

Es la misma canción que sonaba a finales del 'boom' de hace un decenio. Con la diferencia de que ahora los bancos son mucho más prudentes a la hora de conceder crédito, y esta falta de liquidez hace que por ahora muchos de los pisos nuevos se vendan a inversores, incluidos extranjeros, y la citada demanda embalsada se dirija al alquiler. De hecho, mientras que los precios de los pisos, pese a las fuertes subidas (18,5% de media el año pasado en Catalunya) aún no han llegado a las cifras absolutas de antes de la crisis, los del alquiler incluso la superan. El derecho a una vivienda digna, reconocido en la Constitución, continúa sin poder ejercerse para una parte significativa de la población.