Dos miradas

Concordia

No se trata de confrontar maneras de vivir sino de vivir en una confrontación productiva, que participa a la vez de las bondades de un lado y del otro

Josep, Joan y Jordi Roca han situado El Celler de Can Roca en la élite mundial.

Josep, Joan y Jordi Roca han situado El Celler de Can Roca en la élite mundial.

JOSEP MARIA FONALLERAS

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He leído algunos comentarios, estos días, que fundamentan su discurso en la negativa al hecho de tener que elegir. Hay uno que dice: «No quiero elegir entre El Celler de Can Roca y el Akelarre, entre la Salve Rociera y el Virolai, entre Gabriel Ferrater y Miguel Hernández». Me temo que lo han entendido mal. Yo tampoco quiero elegir, porque no se trata de decidir entre culturas, gastronomías o canciones. Quiero decir que no se trata de abrazar unas y, como consecuencia, rechazar las otras. No se trata de confrontar maneras de vivir sino de vivir en una confrontación productiva, que participa a la vez de las bondades de un lado y del otro. Sin tener que elegir. Sin tener que despreciar. Al contrario. Tampoco elegimos entre Auden y Ferrater o entre El Celler y L’Osteria Francescana. A veces leemos a uno, a veces comemos en otro, a veces probamos con un canto gregoriano.

Por eso creo que vale la pena recalcar iniciativas que invitan a la concordia, como la que organizó el pasado viernes, en Madrid, la Fundación Miguel Delibes y la Cátedra Josep Pla de la Universitat de Girona. Debates sobre ambos escritores, periodistas con boina, arraigados en la tierra, rústicos únicamente en la apariencia, profundos. Xavier Pla, director de la cátedra, dijo que «la literatura debe ser un espacio crítico de diálogo y libertad». Contra la elección, pues, concordia. Armónica o conveniente, o ambas cosas a la vez.