Análisis
El universo 'indepe'
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Uno de los dramas de la dimensión desconocida en la que vive Catalunya es el atrincheramiento en los análisis, incapaces de distinguir la diversidad entre los litigantes. Si desde el independentismo se tiende a ver a España como un conglomerado homogéneo, desde el inmovilismo se ha construido un estereotipo 'indepe' cargado de tópicos. Para muchos analistas quienes defienden la independencia de Catalunya se han fumado un porro con el chocolate que les han dado en las escuelas y en TV-3 con lo cual se han convertido en una especie de zombies carlistas abducidos que obedecen a pie juntillas las consignas del "entramado" que forman la ANC, Òmnium y las direcciones de los partidos con mayoría en el Parlament. Para quienes entienden así las cosas, la aplicación del artículo 155 de la Constitución es una especie de elixir mágico que cortará el suministro de estupefacientes a alrededor de dos millones de catalanes quienes, tras un leve síndrome de abstinencia, abrazarán la Constitución de 1978 como si nada hubiera ocurrido.
La encuesta que publica EL PERIODICO de Gesop nos presenta una realidad algo más compleja. En estos momentos, aunque mantengan la unidad de acción, los independentistas no son un conglomerado uniforme, posiblemente no lo han sido nunca. Ni tampoco una pandilla de iluminados que profesen una fe ciega en sus dirigentes. Muchos entienden que el 1-O fue un portentoso acto de resistencia pacífica pero que no cumplió -como dijeron los mismos observadores internacionales- los mínimos exigibles para emanar un mandato democrático indiscutible. Cosa que ha provocado igualmente que no exista un clamor internacional a favor del reconocimiento de Catalunya como un estado independiente, algo que también ven con claridad muchos de los que este sábado se manifestarán pidiendo la libertad de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez. La voces que le llegan a Puigdemont pidiéndole tanta prudencia como sea posible o indicándole el camino de las urnas están tan o más legitimadas por las bases independentistas como los que le exigen la DUI. Aunque ciertas mentes no lo quieran entender, la masa crítica del independentismo es suficientemente amplia para que haya gente con formación, estilos de vida y puntos de vista diferentes.
Igual como el independentismo tomó un atajo sobrevalorando sus fuerzas tras las elecciones llamadas plebiscitarias del 27-S, ahora el inmovilismo lo fía todo a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Piensan que tendrá el mismo efecto que tuvo la ley de partidos en el País Vasco. Ojalá las cosas fueran tan fáciles. Los datos de la encuesta no indican que sea, por ahora, un buen camino. Responde al estereotipo que se han hecho del universo 'indepe' pero no conecta con la realidad social. Genera cohesión en el bloque independentista y divergencias entre quienes no lo son. Entre otras cosas porque trata a la Generalitat como un simple organismo administrativo y se olvida de que es también órgano de autogobierno que dispone de un Parlament elegido por sufragio universal. Pasa algo parecido a lo que ocurrió con la sentencia contra un Estatut refrendado. Corregir a las urnas siempre es feo.
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