Las obras eran para el verano

Con la conversión de Barcelona en ciudad global tendríamos que repensar esta costumbre de las obras veraniegas

Carril bici de la calle de Girona, entre Aragó y València.

Carril bici de la calle de Girona, entre Aragó y València. / periodico

CARME FIOL

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Después de la verbena de Sant Joan, Barcelona quiere poner al día la ciudad. Se programan las obras de mantenimiento que no se han podido llevar a cabo durante el año por múltiples razones. En septiembre, después de las vacaciones, y coincidiendo con la fiesta de la Mercè, la ciudad estará guapa. Tradicionalmente esta renovación coincide en agosto porque el ritmo de la ciudad decrecía, las calles estaban desiertas, muchos ciudadanos se iban a la costa o a su pueblo natal a descansar. No habían playas en Barcelona.

Con la conversión de Barcelona en una ciudad global tendríamos que repensar esta costumbre de verano. A excepción de las grandes avenidas metropolitanas de acceso como la Gran Via, la Meridiana, la Diagonal o las Rondas. Nuestros esforzados visitantes de los iconos barceloneses no se merecen este castigo: calor, ruido y olor a asfalto hirviendo. En las últimas encuestas municipales ha aparecido el turismo como principal preocupación, antes que el paro. Este fenómeno se ha relacionado con la subida del precio del alquiler y el incremento del valor de los pisos. Aunque hay una correlación causa-efecto, son temas independientes. Los barceloneses, en verano, si no nos vamos de la ciudad nos convertimos también en espectadores, nos hacemos un poco turistas.

BUENAS NOTICIAS

Este año, además de las típicas repavimentaciones de las calles, se va a incidir en la mejora del transporte público, en la implantación de la red ortogonal de autobuses, de los carriles bici y también se dará un impulso a la línea de metro. Son buenas noticias. Para aunar ambos intereses –obras y sostenibilidad– sería conveniente añadir unas acciones fresquitas para paliar la canícula y el olor a asfalto. Una corriente de aire cruzaría la ciudad de mar a montaña y viceversa. Los merenderos de Collserola tendrían vistas al mar y porrones en las mesas. Los chiringuitos de playa ofrecerían las primeras brisas de helados y refrescos.Las fuentes de Barcelona funcionarían más horas, tanto en el centro como en los barrios, en Sant Andreu la plaza de Islandia, y en Nou Barris el Parc Central y la plaza Virrei Amat.

Cada noche habría espectáculo a la fresca en el Grec de Montjuïc donde se encontrarían locales y globales.Se propone mejorar también la movilidad de los peatones. Observar que los quioscos, chiringuitos y terrazas no dificulten el paso. Y vaciar la Rambla de chiringuitos obsoletos que insultan la contemporaneidad de la ciudad. Y se prohibiría el bus turístico por orden de la autoridad.

UN SUEÑO DE VERANO

Nada nos impide un sueño de verano. Al despertar nos encontramos que las excavadoras han rellenado el túnel de Glòries y la plaza ha modelado su nuevo parque verde Canopia como centro del sector levante de Barcelona. La Diagonal conecta con transporte público Pedralbes con Sant Martí, la zona universitaria con el Fórum, Collserola con el Mediterráneo. Y descendemos paseando a lo largo del corredor verde central, de las colinas al puerto, y continuamos el paseo, marítimo, con las Golondrinas.