ANÁLISIS
La señora Merkel va a Washington
La cancillera alemana deberá convencer a Trump de que lo de 'América primero' no es la mejor idea
Rosa Massagué
Periodista
ROSA MASSAGUÉ
No pueden ser más distintos. Ella, hija de un pastor protestante, criada en un régimen comunista como la RDA y, como buena cristiana, fiel seguidora de un dictado evangélico aunque con el sujeto cambiado, el de “la austeridad empieza por uno mismo”, como demuestra su estricto modo de vestir. Con una vida privada rodeada de una gran discreción, habla lo justo y cuando lo hace, tiene todos los datos. Él, multimillonario, hijo de un rico promotor inmobiliario. Derrochador, amante de rodearse de lujo hortera, con una vida privada explicada en el papel cuché. Y charlatán, incapaz de frenar su verborrea aunque ignore de lo que habla y el daño que puede causar diciendo lo que dice.
Donald Trump recibirá este viernes en la Casa Blanca a Angela Merkel. Será el primer encuentro cara a cara de los dos dirigentes, el de la primera potencia mundial y el de quien muchos ven como la última defensora de los valores occidentales. La cancillera ya dejó bien claro sus principios cuando felicitó al presidente tras su elección al recordarle que ambos países están unidos por los valores de "la democracia, la libertad y el respeto al derecho y la dignidad de las personas independientemente de su origen, color de piel, religión, sexo, orientación sexual o posiciones políticas".
EJECUTIVOS Y POLÍTICOS
Ahora, ha llegado el momento de los hechos. Y los hechos son que Merkel deberá convencer a Trump de que lo de 'América primero' no es la mejor idea. No lo es para Alemania, pero tampoco lo es para EEUU. En esta operación para evitar una posible guerra comercial, acompañan a la cancillera los presidentes de dos de las grandes industrias alemanas, Siemens y BMW, con la misión de explicarle a Trump los beneficios laborales que generan estas compañías en aquel país. Según ‘Der Spiegel’: “el presidente confía más en los ejecutivos que en los políticos”.
Pero Merkel también viaja a Washington como representante de un país miembro de la UE (el de mayor peso), y de la OTAN. Trump tiene una ignorancia superlativa sobre Europa y las relaciones entre ambas instituciones, especialmente las transatlánticas, están pasando por momentos tensos. Merkel, abanderada del multilateralismo, lo defenderá, pero hasta dónde dependerá de Trump. La cancillera está convencida de la necesidad de establecer buenas relaciones con EEUU y, pragmática como es, seguramente no apretará el acelerador a fondo si hay riesgo de acabar en la cuneta.
MÁSTER EN TRILEROS
Merkel mantuvo excelentes relaciones con el anterior presidente, con Obama, y aunque sin serlo, sus encuentros parecían entre dos iguales. Ahora la cancillera está en precampaña electoral y no puede volver a Berlín como hizo la primera ministra británica Theresa May tras visitar a Trump, con la imagen de pedigüeña. Merkel juega con una cierta ventaja. Hizo un máster en cómo tratar con políticos personalmente machistas y vulgares, y políticamente trileros. Sacó muy buena nota cuando tuvo que enfrentarse a lo más parecido a Trump, al italiano Silvio Berlusconi. Hace seis años que ‘il Cavaliere’ ha desaparecido del primer plano de la política de su país. Merkel, de momento, sigue.
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