La renovación de la enseñanza (y 2)

Renovar la escuela y gestionar el cambio

El amplio movimiento que reclama modificaciones reales en la educación no puede verse frustrado

PERE VILASECA

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Desde el último curso escolar, diferentes iniciativas en el ámbito pedagógico han situado el debate educativo en el centro de muchas conversaciones en nuestro país. Ha sido un movimiento interesante y a la vez curioso, como si desde hiciera mucho tiempo, casi secretamente, se estuviera incubando la necesidad de un cambio que de repente ha estallado. Se trata de una revuelta pacífica provocada, entre otras cosas, por la fatiga de gran parte de la comunidad educativa tras observar, con preocupación, los constantes cambios de leyes y decretos de enseñanza que responden a un claro control político, más propio de un Estado totalitario que de una democracia moderna. Un sistema educativo necesita consenso social y confianza hacia las escuelas y sus profesionales, necesita propuestas valientes y arriesgadas que vayan mucho más allá del control y los intereses partidistas y sindicales.

UN FENÓMENO QUE NO ES NUEVO

No se trata de un fenómeno nuevo. Su origen en nuestro país, de hecho, lo encontramos a principios del siglo XX, y sobre todo a lo largo de la República. Experiencias escolares interesantísimas que dejaron huella en sus alumnos y sirvieron de inspiración a muchas escuelas a lo largo del siglo pasado y de este. Son, no obstante, experiencias aisladas, muchas veces fruto del esfuerzo de los maestros; a menudo a contracorriente de la Administración, los inspectores y las autoridades. Mucha gente espera que esta vez el cambio sea real.

Lo que sucede ahora, a diferencia de otros momentos, es que no es un hecho aislado y puntual, sino que es un movimiento empujado por muchas personas desde muchos sectores diferentes, gente heterogénea que comparte una visión muy parecida de la educación.

Corremos el peligro, sin embargo, de que, al igual que ha ocurrido en otros momentos de nuestra historia, este debate público no acabe transformando la realidad de las aulas de nuestro país. Que esta ola de cambio, este tsunami, como alguien ha querido bautizarlo, se lleve por delante las esperanzas de mucha gente -docentes, alumnos, madres y padres- y al final genere un sentimiento de frustración en la comunidad educativa.

EL PROYECTO DE LA ESCOLA PIA

En la Escola Pia de Catalunya tenemos claro que no basta con buena voluntad, objetivos claros y compartidos y buena formación para que el cambio sea posible y transformador. A las personas, y por tanto a las organizaciones, nos cuesta cambiar y aceptar el cambio como una oportunidad. Renovarse no siempre es fácil; las resistencias son lícitas y habituales en nuestras vidas, no podemos menospreciarlas ni ignorarlas. La mejor arma para combatirlas, sin embargo, es la participación. Debemos comprometernos contando con las aportaciones de todos. Solo desde la implicación y el compromiso el cambio en la escuela será posible.

Es por ello, por fidelidad a nuestra misión y a nuestros valores, que desde la Escola Pia hemos iniciado un proceso de cambio. Nuestra propuesta, que recoge amplias aportaciones tanto de educadoras y educadores de nuestra institución como de especialistas del mundo universitario, es una propuesta sencilla y clara que se basa en hacer realidad tres principios básicos: el trabajo interdisciplinario, el trabajo por competencias y el aprendizaje cooperativo.

EL CAMBIO ES POSIBLE 

No por sencilla significa que sea fácil su puesta en práctica de manera sistemática en un grupo de 20 escuelas con más de 20.000 alumnos y unos 1.500 profesores. La implementación del proyecto Summem, al igual que cualquier cambio o renovación en el ámbito educativo, conlleva cambios en profundidad y a diferentes niveles: horarios, organización de los equipos y de su trabajo, gestión del espacio-tiempo o distribución de los recursos.

El curso pasado iniciamos la aplicación del proyecto Summem a partir de un pilotaje en siete escuelas. Un curso de cada una de esas escuelas, unos 400 alumnos en total, experimentó de forma piloto la aplicación de itinerarios de aprendizaje interdisciplinarios. El seguimiento de esos grupos nos ha ayudado mucho a entender las claves del éxito a la hora de implementar un proceso de cambio como este: acompañamiento, confianza, formación, liderazgo y empoderamiento de los equipos educativos, valorando el error como posibilidad de mejora, rigor, aprendizaje entre iguales, aprender del proceso y en el proceso... Estos son los principales elementos por los que hay que velar para la buena gestión del cambio.

El cambio es posible, pero el reto es grande. Tenemos por delante un curso donde ya todas nuestras 20 escuelas se incorporarán al proyecto Summem con la esperanza de que la transformación de las aulas sea una realidad, ahora sí.

Firma también el artículo Jaume Montsalvatge, del Área de Proyecto Educativo de la Escola Pia de Catalunya.