Siempre Steiner

Si hablamos de los orígenes, de las motivaciones y las consecuencias del 'brexit' nos adentramos en un terreno pantanoso y caleidoscópico. Ya sabemos quién ha salido beneficiado, quien se lamenta y cómo se observa el futuro del continente. Hay oscuridad, no hace falta decirlo, porque todo lo nuevo incrementa la incertidumbre. Este es el mensaje más optimista que se puede transmitir: solo la muerte genera una certeza absoluta.

La desazón por el futuro (y no solo para los británicos y los europeos, sino para todo el mundo) al menos nos indica que estamos vivos, una evidencia que no calma la inquietud de las bolsas pero que debería estar presente, esta obviedad, en el diseño de la Europa que está por venir. El retorno a la sustancia primera, a la definición auroral.

¿Qué es Europa? Nos cuesta mucho hablar de ello más allá de los tópicos, del recurso fácil a la economía o la burocracia. Y, de hecho, esta victoria de la extrema derecha (no nos engañemos, son los que aplauden con más vigor) reduce la idea de Europa a la esencia. Steiner siempre, más que nunca. Es un café con gente y palabras, un paisaje por donde caminar, un recorrido cotidiano y vivo por la historia, la confluencia de la razón y la fe. Y la íntima percepción de la desaparición en estado de latencia, de la barbarie siempre al acecho. Europa solo se entiende como un espacio de libertad. Quizá solo es eso, y es justo eso lo que ahora está en juego. Por encima de tratados, negociaciones, oficinas y renuncias.