La rueda

La invasión de la cochambre

Asistimos a una operación de descrédito de los nuevos inquilinos de los parlamentos

JOSÉ MARÍA SANZ, 'LOQUILLO'

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El 5 de julio de 1975, La Voz de Castilla abría su edición con una portada que ha pasado a la historia: La invasión de la cochambre. Aquel día, en Burgos más de 4.000 jóvenes acudieron al anunciado primer gran festival de música pop que se celebraba en España. El dictador estaba más o menos vivo mientras bandas como Burning o Triana tomaban el escenario de la plaza de toros de la ciudad castellana.

Cuarenta y un años después, y esta vez en el Congreso de los Diputados, el Parlamento democrático de un país europeo, se han vuelto ha escuchar por parte de señorías y de sesudos tertulianos las mismas expresiones que se utilizaron para señalar a los asistentes al cochambroso festival, en este caso para referirse a diputados electos que tomaban posesión de sus cargos.

Desde que la regeneración política es un clamor, estamos asistiendo a una operación de descrédito, ya sea el estatal o los autonómico. Los apodos, las mofas, el paternalismo y un machismo casposo toman los titulares a diario.

¿Nadie se acuerda de cuando «los barbudos» llegaron a la Carrera de San Jerónimo con sus chaquetas de pana? Es verdad que hay que remontarse a cuando los que serían protagonistas del «cambio» hablaban de legalizar la marihuana y decían no a la OTAN. Tiren de hemeroteca y verán las sandeces que los medios se gastaban.

No sé lo que pensarán ustedes, pero yo tengo la sensación de que esta película ya la he visto. La Transición convertida en género. Los guionistas esta vez parecen de casa, pero los productores siguen siendo de fuera; las subvenciones al punto, el rodaje al caer, hay prisa por estrenar.

No hay nada como cambiar para seguir igual.