Aprende a vivir y a saber morir, con Oliver Sacks
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
"He querido y me han querido; me han dado mucho y he dado un poco a cambio". Hace cuarenta y ocho horas que agradecemos a Oliver Sacks que nos ayude a aprender a vivir. El neurólogo escritor tiene un cáncer que le llevará pronto a la muerte. La enfrenta con serenidad, reconoce el miedo y hace un ejercicio de gran generosidad con el mundo y cada uno de nosotros al publicar una carta de despedida en 'The New York Times' que nos conmueve. Nos detiene.
Sus palabras --como estas que hacen balance de lo que ha dado y de lo que ha recibido-- fluyen y fluyen por nuestro pensamiento. Sacks se reconoce apasionado, entusiasta y vehemente. Se siente intensamente vivo y ahora quiere profundizar en sus amistades, despedirse de quienes quiere, escribir más, viajar si puede y lograr nuevos niveles de conocimiento y perspicacia. Nuevos niveles de conocimiento, escribe, como si fueran bajos. Y escribir. Escribir para nosotros, creo. Como legado. Sacks siente gratitud, y a mí me parece que es a él a quien tenemos que agradecer que nos permita sentir intensamente lo que denomina la aventura de vivir, haciéndonos más sensibles.
No hay tiempo para nada que no sea esencial, añade. A lo largo de los años, la pregunta que más veces he hecho a personas muy diversas es justamente esta, qué es esencial en la vida. Sorprendentemente, las respuestas no varían mucho. Querer, la pareja, los hijos, los amigos, ser honesto contigo mismo, ser sincero, intentar ser justo con los otros, saber reconocer el miedo y los errores...
Durante mucho tiempo, me parecía que tenía que haber alguna otra cosa importante que no se sabía definir bien. Me faltaba una respuesta nítida y concluyente. Al cabo de los años y de escuchar a las personas que han conseguido por esfuerzo propio ser realmente grandes, me he dado cuenta de que las respuestas ya existían. Y que era cada uno de nosotros quien las tenía que dotar de contenido. El ejercicio no es meramente intelectual. Tiene que ser vivido, y cuesta mucho. Querer, la pareja, los hijos, los amigos, ser honesto contigo mismo...
Hoy quiero dar las gracias a Sacks y a todas aquellas personas que con su trabajo vital y como ejemplo consiguen que la humanidad avance y pueda ser mejor. Nos permiten aprender a vivir y pensar en saber morir.
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