'Manhâ' de Carnaval

JOSEP MARIA POU

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Caprichos del azar: este año el carnaval coincide con el día de los enamorados. Lío al canto. ¿Quién me asegura que ese abuelete con apariencia de George Rigaud, que mariposea, besucón, de pareja en pareja, no es, en realidad, un sádico rijoso con disfraz de San Valentín? ¿Y quien me convence de que el estrafalario del gorro de cascabeles, el de los saltos y cabriolas en plena calle, no es un comparsa pasado de alcohol sino un auténtico fool for love celebrando el sí de su amada Beatriz? En la confusión, esta el quid del carnaval. Y en el acierto, el porqué de los enamorados. Puede que las dos cosas solo sean, por unos días, el ying y el yang de un mismo concepto: vivir la vida loca.

Me pregunto si seríamos capaces de acertar, por el disfraz, cuántos, de quienes hoy se lanzan al carnaval, están enamorados. El que viste de Cupido, con las chichas al aire y el carcaj y las flechas de poliestireno, seguro que no. La que va de Conejita Bunny, tampoco. Pero el que asoma por allí, vestido de Travolta en Fiebre del sábado noche, seguro que sí; por ese, pongo las dos manos en el fuego. Y lo mismo por el que va de Hombre de Hojalata de El Mago de Oz. Los dos disfraces llevan implícita la ingenuidad, la bobaliconería, la ternura de quien sigue siendo niño (de quien sigue siendo ñoño) por delitos de amor. Dime como te disfrazas y te diré quien eres.

A cara descubierta

Aunque, quizás, lo ideal sería darle la vuelta al axioma. Es decir: no te disfraces, por un día, y déjanos ver quién eres de verdad. Tu que andas todo el año disfrazado, aparentando identidades, fingiendo sonrisas y falsificando pareceres; que al despertar, cada mañana, te encajas automáticamente la máscara de la sonrisa condescendiente, el rictus del perdonavidas y la mano mecánica del saludo indiferente, atrévete, por un solo día, a salir a la calle sin todo eso. A cara descubierta. A cuerpo limpio. Nadie te reconocería. Me juego el pescuezo. Todos te creerían disfrazado. Y tu -hasta en esto llevas siempre las de ganar- podrías seguir robando a tus anchas, evadiendo a tus anchas, legislando a tus anchas, jodiendo a tus anchas. Por un solo día como el resto de los días.

Fuera malos rollos. Quiero juntar carnaval y enamorados. Y doy, inevitablemente, con el enlace perfecto: una película Orfeo Negro, y una canción, Manhâ  de carnaval.

Cierren los ojos. ¿Recuerdan?

«Manhâ, tâo bonita manhâ, Na vida, uma nova cançâo, Cantando só teus olhos, teu riso, tuas mâos…».