Podemos y el gato por liebre
Joan Solé
Periodista, autor de los libros 'Entrevistes amb el Quart Poder' y 'Cinc mirades del periodisme internacional'. Fundador de www.revistamirall.com
Periodista
JOAN SOLÉ
Aún está por ver hasta qué punto las encuestas del CIS se hacen realidad y si se puede hablar de Podemos como esa fuerza que se postula para gobernar. Del dicho al hecho hay un trecho, pero es fácil percibir cómo el partido dirigido por Pablo Iglesias va cuajando en la esfera político-social. Lo demostró en las europeas, y ahora debe hacer frente a tres momentos electorales donde sus decisiones pueden tener mucho peso para consolidarse como la primera opción de voto de muchos ciudadanos: las autonómicas y municipales del mes de mayo, las posibles elecciones anticipadas en Catalunya y las generales del 2015.
En Catalunya este fenómeno se percibe de otro modo. No es que su discurso rompedor no sea igual de atractivo que en otros territorios de España, vean como movimientos como el de Procés Constituent, Guanyem y la larga y trabajada trayectoria de la CUP tiene su espacio social bien tejido. Se debe a una sensación que se resume con la metáfora “dar gato por liebre”. Cuanto más se interesa la izquierda progresista española en la singularidad catalana, más opciones hay de que esta salga escaldada. El último gran momento, el Estatut que Zapatero prometió aprobar, se llevo por delante la credibilidad del Tribunal Constitucional de muchos catalanes y provocó, por asombro de muchos otros, la campaña anticatalana del Partido Popular con los cuatro millones de firmas. Fue en ese momento, en el año 2004, cuando se palpó que la política anticatalanista, formulada con la pregunta “¿quiere firmar contra los catalanes?” tenía su espacio y rédito. Ya lo dijo Rajoy, "es la iniciativa política más respaldada de la historia de la democracia desde 1978". Él, el que impulsó esta campaña contra una parte de la gente de su país, es quien ahora se pregunta por qué quieren irse los catalanes. Paradójico.
Podemos en Catalunya
¿Aceptan, o no, que los catalanes puedan decidir su futuro en un referéndum? Si escuchamos a las caras visibles del partido, ahora mismo la respuesta sería: “Sí! Sí, pero...”. Y es en la conjunción adversativa cuando el catalán, escaldado por las promesas de la izquierda progresista española empieza a dudar. El miedo al gato por liebre existe, quieran o no las personas que lideran el partido. Expresiones como “Catalunya no tiene competencias para hacer una declaración unilateral de independencia” o “primero hay que reabrir el candado del 78” recuerdan demasiado a según qué dirigentes que ellos consideran de la casta.
El aroma que despliega Podemos hace pensar e imaginar con una izquierda rompedora, como lo fue el PSOE del 82. Aun así, en Catalunya la lección parece aprendida y sólo se interpretará como diferente aquel que realmente tiene opciones de gobernar y “radicalizar” la democracia con un referéndum como el que ha sido posible en Escocia. Sin peros, ni peras. Lo contrario ya se conoce.
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