La cultura según Mas
Rosa Massagué
Periodista
ROSA MASSAGUÉ
Una exposición de Dalí y otra de Miró, los escritores catalanes presentes en el Salón del Libro de Paris, los participantes en las bienales de arte y de arquitectura de Venecia, los cocineros y los deportistas son, según especificó Artur Mas en su discurso pronunciado en el debate de política general, ejemplos de la proyección de Catalunya en el mundo.
No hace falta ser muy avezado para darse cuenta de que de este variopinto elenco falta, entre otros sectores, el teatro y la música.¿Nada han hecho Montserrat Caballé, Victoria de los Ángeles, Josep Carreras o Jaume Aragall si nos remitimos al pasado? O en el presente, ¿cantantes como Xavier Sabata o Núria Rial que triunfan en los escenarios europeos congregando a muchos más espectadores que los 2.000 visitantes del salon del libro parisino o que los lectores de algunos de los 24 autores presentes en aquella muestra?
¿Y La Fura dels Baus y Calixto Bieito que son objeto del deseo de los grandes teatros de ópera y de prosa por sus brillantes, creativas y a veces polémicas direcciones de escena producidas en Londres, Amsterdam, Zurich, Colonia, Salzburgo, Roma, Berlín, Chicago, Melbourne, Sydney o Tokio?
A decir verdad, esta ignominiosa exclusión no debería sorprender después de lo que está ocurriendo con el teatro del Liceu donde cada día suma una mala noticia. La última, la marcha la temporada próxima del director del coro, José Luis Basso, a la Ópera de Paris. La penúltima, el cambio de director de los cuatro conciertos dedicados a Verdi construidos a base de retales con los que el teatro inaugura de forma lastimosa la temporada el próximo lunes.
Estaba anunciada la batuta del gibraltareño Karel Mark Chichon definido en su pagina web con la fórmula de "uno de los más estimulantes directores jovenes del momento", una fórmula que augura todo o nada. Le sustituirán los seguramente menos estimulantes David Giménez y Rubén Gimeno, el director musical de la Orquesta Sinfónica del Vallès.
Sin director general; sin director artístico; con un director musical ducho en repertorio sinfónico y poco versado en el operístico que amaga con irse si no se cumple las premisas para las que fue contratado; con un vacío a la vista en el coro; con unas masas artísticas desmotivadas después del ERE y de la desidia general, pero por encima de todo, sin un proyecto, el que fue gran teatro del Liceu se despeña por la pendiente que, si nadie lo remedia, lo llevará a ser un teatro de tercera regional.
Mas dice que la proyeccción de Catalunya en el mundo "tiene una dimensión cultural cada vez más lograda", y que la cultura es "estratégica". Pero algo falla cuando se ignora a una de las artes como es la música o se deja en estado agónico a uno de los teatros de ópera más reconocidos de Europa. Será que, siguiendo con las palabras del President no configura "de forma dinámica la identidad nacional".
También podría darse el caso de que nuestros políticos confundieran 'El anillo de los nibelungos' con 'El Señor de los anillos', con todo el respeto para J. R. R. Tolkien, o a 'Ievgueni Onieguin' con un jugador de fútbol. Pero con Ferran Mascarell en la Conselleria de Cultura esta confusión no debe ser posible.
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