La exigencia interesada

Estudiantes examinándose de la Selectividad.

Estudiantes examinándose de la Selectividad. / periodico

Adrià Gallardo

Adrià Gallardo

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Durante el fin de semana pasado los alumnos que finalizan el bachillerato festejaban el final de unas polémicas Pruebas de Acceso a la Universidad, una polémica selectividad.

Festejaban el final de unos exámenes agobiantes, el final de tantas semanas de estudio encerrados en casas o bibliotecas hincando codos para que estos exámenes salgan bien, ese es el objetivo.

Cuando se está al frente de un examen la presión es muy alta, el índice de nota puede hacer variar muchas cosas, en el caso de la ESO puede hacer variar los siguientes trimestres o puede que los próximos cursos, pero cuando se trata de la selectividad puede variar el futuro.

Es por ello que todos los alumnos sabemos que ha de salir bien, por eso durante las últimas semanas previas a las pruebas, solo cabe estudiar, nada más que eso.

El problema está cuando la nota de los exámenes no depende de ti, o cuando los errores en el examen no los cometes tú, sino otros, y al prepararlo.

Las PAU de este curso han sido polémicas por distintos fallos tipográficos y algunos no tanto de tipografía sino de desinterés por parte de los responsables a la hora de preparar los exámenes.

En total, según versiones oficiales, se han contabilizado 3 grandes fallos en estos exámenes. Uno, en matemáticas, otro en ciencias del mundo contemporáneo, y otro en el examen de química. Y lo más indignante, es que muchos de ellos fueron ortográficos.

Desde luego, estos errores serían inadmisibles en depende que tiempo de la historia, y no se pueden considerar un mal menor fallos así, no se puede tolerar tanto.

Hace mucho, cuando las cosas no estaban tan avanzadas pero las personas sí, fallar en la lengua, era fallar en todo. Ya no hacía falta esforzarse por conseguir que te saliesen bien otras cosas, la lengua lo era todo. ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué se está maltratando ahora la lengua y el uso de la palabra?

Mi sorpresa no quedó ahí, no fue simplemente el no entender tal maltrato a la lengua, sino que sobresalté al escuchar al secretario del Consejo Interuniversitario de Catalunya, Claudi Alsina, decir “son errores que ocurren cada año”. ¿Perdón? ¿Que los jóvenes nos matemos horas y horas a estudiar por la presión a la que somos sometidos para que luego la Administración cometa faltas de ortografía, típicas de un alumno de segundo de primaria?

No es justo, no es justo el desinterés que las instituciones están mostrando por la educación. No se enteran de que somos los que ahora nos estamos formando, los que más tarde estaremos viento en popa en pleno mundo laboral, y que los que ahora ven como alumnos, el día de mañana serán personas formadas al máximo para comenzar proyectos en el país para llevarle al éxito.

No es justo un desinterés tan grande, y menos justo es que el señor Alsina se permita decir que son fallos “normales”. Señor Alsina, ¿cómo se atreve a tachar de normales errores en pruebas para calificar los conocimientos de los futuros cerebros del país? De los que piden tanto y dan tan poco.

¿No le parece suficiente lacra el futuro que nos espera? No puede permitirse tal licencia, y menos nos pueden exigir el éxito y la perfección a los jóvenes de ahora, cuando los ahora formados, siguen buscando el éxito entre tantos errores.

Ah, y por cierto, a aquellos que la semana pasada estabais entre libros y haciendo exámenes para determinar vuestro futuro, y que ahora os sentís menospreciados y engañados, ¡disfrutad de la fiesta, que os lo merecéis! ¡Campeones!

@adria_gallardoadriagallardo.jimdo.com