Al contrataque
El poder de los símbolos
Pepa Bueno
Periodista
Directora y presentadora del programa 'Hoy por hoy' de la Cadena SER. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense pero me gradué en la profesión primero en la radio pública, RNE, y después en la tele pública, TVE. Y procuré y procuro que el 'oficio' no me desconecte de la vida para mantener los ojos y los oídos bien abiertos y orientados a la tramoya del poder pero también a la calle.
PEPA BUENO
José Afonso fue un artista completo, que renovó y enriqueció la música popular, autor de una obra amplia donde mezcló deliciosamente influencias europeas y africanas. Y, sin embargo, ha pasado a la historia por una sola canción, Grândola, Vila Morena, santo y seña de la revolución de los claveles que acabó con la dictadura de Salazar y que quedó para siempre asociada en Portugal a la recuperación de la dignidad. Fue una revolución incruenta, pero una revolución, convertida rápidamente en un mensaje de esperanza para los españoles que se desesperaban con la lenta agonía de la dictadura de Franco.
Han pasado cuatro décadas desde entonces y se equivocan quienes piensan que la recuperación de Grândola, Vila Morena por las calles lisboetas es una forma más de protesta. Cada pueblo expresa la desesperación a su manera. Los portugueses, con su sobriedad habitual. Los italianos acaban de decirlo de manera estruendosa en las urnas. Los españoles llevamos meses cuestionando el modelo de país que alumbró la mitificada transición a la democracia.
Esperemos que haya alguien, en Bruselas o donde sea, interpretando de verdad las señales y sabiendo valorar el poder de los símbolos. Porque más allá de los recortes o el paro, lo que los portugueses andan gritando por las esquinas es que están tocando su dignidad. Y ante reclamación tan esencial Europa responde con lenguaje de contable. Vale, responde ante la presión, flexibilizamos el límite de déficit, o mejor ampliamos el tiempo suficiente para conseguirlo. Pero poco, porque la austeridad sigue siendo la única política.
Y así, hoy aguardamos con mayor expectación las apariciones de Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, que la de cualquier otro político europeo. Al fin, él es el contable mayor. Y esta semana Draghi salió para decirnos que el dinero, esa convención que existe porque nosotros la inventamos, no se mueve de su precio. Dice que su reto número uno es que la mejora de las condiciones financieras se traduzca en crédito para las empresas.
El empleo
Reconoce Draghi que el crédito sigue siendo escaso, pero niega a su vez que el BCE esté trabajando en un plan para remediarlo. Y añade, para que no queden dudas, que su misión no es tomar medidas que favorezcan la creación de empleo, para eso recomienda otra ronda de reformas en el mercado laboral. Escuchándole el jueves dudé de mi ingenuidad al pensar que habría alguien atento, interpretando las señales y entendiendo eso de «o povo é quem mais ordena…» que cantaba José Afonso y repiten ahora los portugueses. Y que hasta hace bien poco nos sonaba trasnochado, un himno de otro tiempo.
La mayoría de los países europeos con problemas han cumplido ya el trámite de tumbar al Gobierno con el que les tocó empezar la crisis que nos machaca desde el 2008 y votar a otro para comprobar que nada cambia. Veremos qué pasa en la tercera ronda.
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