EL DESARROLLO MUNDIAL

Las migraciones

"Es necesario que el mundo desarrollado tenga una doctrina y una actitud adecuadas. Justas y eficaces para la gente que emigra y también para las sociedades que reciben inmigración"

Naves industriales abandonadas y ocupadas por inmigrantes en el barrio de Poblenou.

Naves industriales abandonadas y ocupadas por inmigrantes en el barrio de Poblenou. / FERRAN NADEU

JORDI PUJOL

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Hablamos de uno de los temas más importantes que hoy tiene planteado el mundo. Y empezamos recomendando un libro: 'Breve historia de las migraciones', de Massimo Levi (Alianza Editorial). Un muy buen libro sobre un tema de gran trascendencia económica y social. También política. Y, sobre todo, humana.

Y de gran volumen. Se calcula que, durante los próximos 50 años, 200 millones de personas cambiarán de país. Es decir, en conjunto, unos 200 millones se establecerán en países receptores, especialmente en 10 o 12. Es muy posible que esto provoque situaciones difíciles. Y de hecho las migraciones constituyen hoy uno de los temas que más conflictos pueden causar. Por motivos laborales, a menudo con mucha consecuencia económica, por diferencias culturales, a veces, pero no siempre, de base religiosa, por la ocupación del espacio, etc. Toda una problemática compleja y diversa, según los casos, pero que a menudo reclama un esfuerzo de mutua comprensión. No fácil. Y la prueba de que no es fácil es que uno de los factores más importantes de radicalización política que hay en Europa --pero también en países asiáticos y africanos-- es precisamente la incomodidad o el rechazo que provoca una inmigración muy numerosa e invasiva desde el punto de vista laboral y social, o también cultural.

Por otra parte, el mundo --y más exactamente los países más desarrollados-- no pueden ignorar el drama de cientos, miles de millones de personas que viven en condiciones muy precarias, a menudo desesperadamente precarias. No pueden cerrar a cal y canto el ámbito de su bienestar y de su riqueza. El mundo desarrollado y rico tiene el deber de ayudar al desarrollo económico, social y de calidad humana del menos desarrollado. Y ya lo hace. No tanto como debería --entre otras cosas, porque es una tarea nada fácil y de larga duración--, pero si miramos atrás, tres o cuatro décadas, veremos que ha habido un cambio. Todavía insuficiente, pero importante. Que hay que continuar.

Pero, mientras tanto, y durante mucho tiempo, seguiremos teniendo problemas de subdesarrollo, de carencias graves y de migraciones. Y es necesario, por tanto, que el mundo desarrollado tenga una doctrina y una actitud adecuadas. Justas y eficaces cara a la gente que emigra, y también cara a las sociedades que reciben inmigración.

Textos franceses de Benedicto XVI

Da la casualidad de que estos días, con motivo de la renuncia del papa Benedicto XVI, he repasado algunos textos suyos. Concretamente dos. Uno de ellos --del mes de agosto de 2010--, en francés, a pesar de ser un discurso pronunciado en Roma. O sea, claramente referido a la política del presidente Sarkozy, en aquellos momentos muy endurecida respecto del tema de la inmigración. Un discurso hecho en un lenguaje no propiamente político, sino espiritual. Habla de saber acoger las legítimas diversidades humanas y que hay que educar a los jóvenes en la fraternidad universal. Pero el discurso, hecho en Roma y en italiano, se pasa al francés cuando habla de este tema. Y es que tenía un destinatario particular, que era la política francesa de inmigración.

Pero más claro y más completo es, sin duda, otro texto de Benedicto XVI de dos meses más tarde. En un mensaje con motivo del Día del Emigrante y del Refugiado --27 de octubre de 2010-- el Papa dice: "Toda persona tiene el derecho a dejar su país buscando mejorar sus condiciones de vida y para disfrutar de los bienes de la Tierra". E insiste en que a los emigrantes se les debe tratar con "dignidad humana". Y dice que hay "una sola familia humana". Pero además recuerda a los emigrantes "su deber de integrarse en el país de acogida y su identidad nacional".

Se ha escrito mucho sobre este tema. Mucho y a menudo bien. Desde perspectivas ideológicas muy diferentes. Pero a nuestro entender estas breves palabras del Papa resumen muy bien lo que son los deberes y derechos de los emigrantes y los deberes y derechos de las sociedades receptoras.

Este tema es tan importante para Catalunya, también para España y para Europa, que tendremos que seguir hablando. De hecho ya hemos hablado varias veces desde este espacio. Por ejemplo, hablamos en un artículo del 2 de enero de 2007 titulado 'Respeto mutuo' y del que recomendamos la lectura. La semana que viene seguiremos hablando.