Los jueves, economía

Un pequeño esfuerzo

La situación española es mala, pero no nos espera una tarea sobrehumana para poder superarla

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ANTONIO ARGANDOÑA

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Los seres humanos -al menos algunos- tenemos tendencia a exagerar. Los economistas, por ejemplo, cuando hacemos declaraciones públicas, también exageramos, probablemente porque nos ganamos la vida vendiendo nuestras ideas. Si un gurú publica un libro diciendo que la economía española, bueno, no está muy bien, pero tampoco tan mal, de modo que, bien, probablemente pasaremos un mal año, pero luego vendrá la recuperación, nada del otro jueves, desde luego, pero… podemos predecir que no va a ser unbest-seller, al menos si lo comparamos con otro que anuncie la mayor recesión de la historia de la humanidad, una crisis sin precedente, el hambre y la miseria para toda una generación. Después de esta introducción, la tesis de este artículo tiene que ser necesariamente moderada. Estamos en una situación mala, desde luego, pero no nos espera una tarea sobrehumana. Habrá que arrimar el hombro, pero de una manera llevadera. Y esto vale para todos, desde el Gobierno hasta los ciudadanos de a pie. He aquí algunos ejemplos de lo que quiero decir.

PRIMER EJEMPLO: el rescate de la deuda pública española es necesario, pero imposible, dicen los alarmistas. En efecto: el volumen de esa deuda debe estar ahora alrededor de los 850.000 millones de euros. Y es imposible que los fondos europeos puedan comprar todo ese volumen, más el de Italia y los países ya intervenidos. De acuerdo. Pero no hace falta que nadie compre toda nuestra deuda.

Nuestra situación actual es similar a la de la familia hipotecada cuyos ingresos han bajado, que tiene que efectuar pagos mensuales abultados y, además, necesita nueva financiación para seguir viviendo. Lo que necesita esa familia es que alguien -digamos el suegro- la ayude a pagar la cuota de este mes y a conseguir el dinero que necesita, y esa cantidad es asequible para el suegro. Y el mes que viene, ya veremos. Claro que si esa familia no es capaz de hacer frente a sus obligaciones ni ahora ni en el futuro, la carga para el suegro será muy gravosa. Pero ahora no lo es. Por tanto, España puede necesitar que alguien la ayude a hacer frente a sus necesidades de financiación durante unos meses, pero no hace falta que Europa se haga cargo de todas nuestras deudas. No exageremos, como hacen algunos críticos del euro, sobre todo de EEUU.

Otro ejemplo: España necesita recuperar su competitividad perdida. Algunos dicen que esto exigiría, si saliésemos del euro, una depreciación de la peseta del 50%. Otros, más moderados, proponen una reducción de los salarios del 20%. No está claro por qué esas cifras y no otras. Pero, de nuevo, no hay que exagerar. Desde que empezó la crisis, estamos recuperando rápidamente nuestra competitividad; con una reducción del 9%, nuestros costes laborales unitarios estarían al nivel de los de nuestros competidores europeos antes de la introducción del euro. Pero, en todo caso, no necesitamos llegar a esa cifra. Nuestras exportaciones tienen una evolución favorable, y, al fin y al cabo, no tenemos por qué acabar siendo más baratos que los chinos. No exageremos.

El tercer ejemplo que me gustaría poner es el de la recuperación de la actividad económica, que se producirá, seguro, más pronto o más tarde. Los pesimistas dicen que esto no será posible porque el Gobierno no puede reducir los impuestos ni aumentar el gasto público. Pero el crecimiento de la demanda y de la producción no tiene por qué venir del sector público. Todo lo contrario: me parece que será el sector privado el que liderará la recuperación.

En efecto, el sector privado ya ha digerido la crisis. Empezó en el 2008, con la caída de las inversiones y los costes, lo que explica la fuerte caída del PIB del 2009. Las empresas ya estaban bastante recuperadas en el 2011, cuando estalló la crisis de la deuda soberana, lo que obligó a subidas de impuestos y reducciones de gasto público, aumentó las dificultades de los bancos y, por tanto, frenó la financiación de las empresas; todo esto explica la recesión actual.

PERO, SI NO ocurre ninguna catástrofe adicional, lo lógico es que el sector privado toque fondo en un plazo breve. La demanda se estabilizará una vez pase el efecto de la subida del IVA. Los costes financieros se moderarán si los fondos europeos fluyen hacia la deuda soberana y hacia los bancos. Y si las exportaciones siguen creciendo, aunque sea a tasas reducidas, volverá la normalidad a las empresas. Y todo esto ocurrirá sin estridencias. Eso sí, hay que aguantar unos meses más.

Después de una caída larga y profunda de la bolsa, la recuperación llega, según dicen los expertos, el día en que el último inversor decide vender: «Basta, ya he perdido todo lo que tenía, me voy, nunca más volveré a invertir en bolsa». Ya está: a partir de mañana, cualquier despistado que compre hará subir las cotizaciones; y, como nadie más venderá, la subida será sostenida. Pues algo así ocurrirá en la economía española. Sí, ya sé que el lector pensará que soy demasiado optimista. Pero quizá lo soy porque ya he visto cómo hemos salido de unas cuantas recesiones.

Profesor del IESE. Cátedra La Caixa.