La recta final de la legislatura vasca

Hora de desencuentros en Euskadi

El PSE y el PP pasan a disputarse parte del electorado tras reconocerse como socios necesarios

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IÑAKI
GONZÁLEZ

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Que la legislatura agoniza en Euskadi es más que una posibilidad. No tiene que ver con la fecha de unas elecciones que no han sido convocadas, sino con el ánimo con el que los protagonistas de la actividad política vasca afrontan el momento. Empezando por el Gobierno, el tono del PSE es de balances. MientrasPatxi López hace votos por agotar la legislatura, en su partido se afanan en inventariar los resultados de sus tres años de gobierno. Y en reivindicarse en ellos. Aritméticamente, salvo que medie un frenesí legislativo en los próximos meses, la legislatura será más bien modesta en volumen de actividad legislativa. Las apuestas en este sentido -las sustanciales y necesarias leyes municipal y de cajas de ahorros- quedan para los próximos meses.

CON ESTA perspectiva, una veintena de leyes tramitadas en el Parlamento no parecen -no se lo parecen al PP como socio preferente- material suficiente para sustentar el cambio al que se empeñaron hace tres años. La última legislatura deIbarretxe,muy marcada por su iniciativa de referendo, sumó cerca de medio centenar de leyes en un Parlamento sin mayoría absoluta. Como alternativa a esa dificultad de calendario legislativo o a exhibir resultados económicos cuando la crisis sacude más a Euskadi, el lendakari ha incorporado la convicción de que el vigente escenario de paz, antesala de la desaparición de ETA, es consecuencia directa de su acción de gobierno. Incorpora en ese haber al PP a través del pacto que le sostiene y al que da por fielmente aplicado en términos de desactivación del debate identitario y orientación de la acción política hacia «la Euskadi real».

Objetivamente, el final de la actividad violenta de ETA es coincidente con este momento político y con ese pacto de gobierno. Más dudoso resulta atribuirle una relación causal sin más ambages a la presencia del equipo socialista en Lakua. Se lo niega, como cabía esperar, toda la oposición nacionalista. Pero tampoco le firma un cheque en blanco el PP y la actitud del Gobierno y el PSE ante este escenario y los pasos a dar se han convertido en motivo de crisis de la coalición tácita. El tono de los reproches ha alcanzado el nivel propio de la precampaña entre quienes se reconocieron como socios necesarios y hoy se saben disputando porciones del mismo espectro electoral.

En sede parlamentaria hacía el secretario del grupo socialista vasco, Óscar Rodríguez,un inventario de agravios despachados por su socio: la mala gestión de las políticas de empleo, la falta de acuerdo en materia fiscal, el uso de las delegaciones del Gobierno en el extranjero y la presunta apertura de puertas del Parlamento a la izquierda aberzale. El secretario general de los populares vascos,Iñaki Oyarzábal añadía poco después otra: la «flojera» o «falta de valentía» del lendakari Lópezpara aplicar el cambio. La conclusión es que ambos se ofrecen a romper el pacto de gobierno cuando el otro quiera, algo que no harán pero que anticipa meses de amargo debate.

En el campo nacionalista la pugna también está definida. La izquierda aberzale histórica ha conseguido concentrar y asimilar en su discurso y estrategia a las fuerzas independentistas. A la entrega de Eusko Alkartasuna ha seguido la asimilación de Aralar. El frente soberanista es compacto y reconocible en los discursos y los rostros de los referentes de Batasuna, conPernando BarrenaoJoseba Permachescenificando el discurso oficial del colectivo o la reivindicación de la figura deArnaldo Otegi, rehabilitada por la torpeza de una acción político-judicial miope.

Mientras, se diluye la diversidad de pensamiento y la eventual legalización de Sortu es otra parte del discurso instrumental pero no una necesidad imperiosa. Amaiur es una plataforma reconocible electoralmente y suma a los irreductibles de Batasuna la adhesión de quienes, desde el nacionalismo, se reivindican como alternativa al PNV. No hay entre ambos el espacio de opinión que antes albergaba experiencias políticas alternativas. Lo experimentan en sus carnes los críticos de Aralar con la que fue su referente social más valorado,Aintzane Ezenarro,que hoy está al borde del anatema por negarse a ceder en silencio a la reabsorción por parte de la izquierda aberzale.

EN ESTA TESITURA, el PNV afronta el objetivo de recuperar la Lendakaritza mientras se le disputa el liderazgo aberzale. El factor reactivo a esa presión externa se ha traducido en un amplio nivel de cohesión que se materializa en un cierre de filas en torno aIñigo Urkullu. El presidente del Euskadi Buru Batzar ha ganado talla en el partido desde una solución aparentemente de circunstancias hasta ser un referente incuestionable hoy día. Es un fenómeno que antes experimentaron los jeltzalesen torno aArdanzaeIbarretxe. Quizá por eso la consecuencia lógica sea queUrkullu sea el candidato a lendakari, como todo parece apuntar, aunque un eventual éxito electoral conlleve la reestructuración de la dirección del partido por la imposibilidad de compaginar cargos institucionales y de partido. Pero esa sería una dificultad deseable para un nacionalismo histórico que recuperase Ajuria Enea. Periodista.