La gestión de la Generalitat
El camarote de los hermanos Marx
La ley ómnibus que ha elaborado el Govern es un atropello a los grupos parlamentarios y los diputados
Ramon Espasa
Médico y exconseller de Sanitat (1977-1980).
RAMON Espasa
Parecía imposible, pero la llamada ley ómnibus ha superado con creces la divertídisima escena de la películaUna noche en la ópera. Recuerden: cada vez que el camarero abre la puerta para anotar las alocadas peticiones de los cada vez más apretujados pasajeros,Harpo,por boca deChico,se suma reclamando: «Y también dos huevos duros».
Pues aquí alguien ha querido imitar a los famosísimos hermanosMarx. ¿Quién habrá sido? ¿Quizá Presidència? ¿Todo el Govern? Da igual, pero la mezcla de asuntos que pueden encontrarse en la ley produce escalofríos. Nunca, nunca, ni en el Parlament de Catalunya, ni en el Congreso de los Diputados, ni en el Senado, había visto, en más de 20 años de vida parlamentaria, una ley de estas características. La modificación de 77 leyes, la derogación de otras 14 y la supresión de 21 decretos, todo se incluye en una única, de momento, propuesta legislativa. De hecho, denominarla propuesta legislativa ya es un oxímoron. Esto no es legislar, esto es atropellar a los grupos parlamentarios y a los propios diputados. Temas tan diversos como las políticas industriales, la normativa de vivienda, la protección de los espacios naturales (ah, las famosas motos y los inefables 4x4), las ayudas a la cultura, o modificaciones tan significativas como la apertura de los hospitales públicos a la actividad privada -de gravísimas consecuencias-, se embuchan arbitrariamente en un mismo texto, con pretensiones de ley para ser aprobada enseguida y a la tremenda. Según el portavoz de CiU, no podemos remolonear en lo que los nuevos gobernantes consideran bueno para los catalanes. Ahora bien, ¿en qué comisiones se hará el debate de cada asunto? ¿Se troceará la ley por temas? Sí, ya sabemos que todo se puede hacer, pero no todo es serio, ni todo es democrático, ni todo resulta elegante.
Tradicionalmente, las leyes de acompañamiento de los presupuestos habían sido cajones de sastre que servían para modificar artículos y a veces leyes enteras, generalmente vinculadas a temas de gastos o ingresos, aprovechando la tramitación de la ley presupuestaria. Los gobiernos de turno habían abusado de ello hasta el paroxismo. Por eso en los últimos años, y por acuerdo de los grupos parlamentarios, el Congreso decidió autolimitar esta pésima costumbre legislativa. Pues bien, ahora que el Congreso y el Senado habían reconocido el error y corregido el tiro, CiU reinventa la pólvora y nos presenta una ley ómnibus haciendotabula rasade los consensos, de los acuerdos interparlamentarios y de los diálogos sociales que, lógicamente, habían precedido la redacción y aprobación de las repetidas 77 y 14 leyes.
No es ocioso recordar que la mayoría de estas disposiciones fueron aprobadas en los últimos siete años. ¿Todas estas leyes y decretos pertenecen ya a un pasado que hay que destruir cuanto antes? Es evidente que nuevas situaciones exigen nuevas políticas y posiblemente nuevas leyes. Ahora bien, la simplificación, la prisa y la arrogancia con que se ha presentado esta ley ómnibus ha rebasado toda capacidad de sorpresa.
Por otra parte, ¿con qué mayoría piensa CiU sacar adelante tan ambiciosa propuesta? Seguramente esa es ya una pregunta retórica tras conocer los acuerdos CiU-PP para los presupuestos de la Generalitat y para la Diputación de Barcelona. Dicho sea de paso (si es preciso ya volveremos sobre ello), resulta maravilloso y enternecedor ver cómo la principal fuerza nacionalista catalana se alía con la principal fuerza del nacionalismo español en la citada diputación. ¿No habíamos quedado en que la provincia (que los bienhablados sustituyen púdicament pordemarcación) era el caballo de Troya del españolismo? ¿Y precisamente en esta institución permitirá CiU la consolidación de una fuerza como el PP, que hace de la provincia un signo de identidad españolista? Los pactos, a veces, conllevan extraños compañeros de cama, pero como este habíamos visto pocos.
Volviendo a la ley ómnibus, tanta prisa ha tenido Presidència en confeccionar el listado de supresiones y modificaciones que más de unaconselleriase ha molestado y ha sido pillada a contrapié al ver negro sobre blanco alguna de las modificaciones propuestas. Para confirmarlo, solo habría que acudir a la Conselleria de Salut... Y para muestra, solo un botón. Ver cómo la Associació Catalana d'Entitats de Salut (ACES, las clínicas privadas) salta enfurecida contra CiU por la competencia desleal que representaría permitir actividad privada en los hospitales públicos, ha sido para mí una satisfacción tan grande que no sé cómo agradecerla. En efecto, creer, aunque sea por un momento, que la práctica de la medicina privada en los centros sanitarios públicos es una solución simple y sencilla a los graves problemas de la equidad en la oferta y funcionamiento de los servicios de salud de un país es o bien ignorancia culposa o bien ingenua deriva hacia el Tea Party.
No es el mundo al revés, no. Es simplemente que el ómnibus ha superado en vis cómica al camarote de los hermanosMarx.
*Médico y exconseller de Sanitat.
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