Dos miradas

El gol de Rubalcaba

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Aviso de que soy fácil de engañar. También de que es preciso tener en cuenta que el otro protagonista de la historia -Pérez Rubalcaba-tiene fama de estilista finísimo en el juego de las maquinaciones. En resumen: me metió un gol por la escuadra. A mí y al fotógrafo que me acompañaba una fría noche de otoño. El ministro era (y es) del Real Madrid y habíamos ido a verle para recoger, paraSport, sus comentarios sobre el clásico Madrid-Barça.

Nos recibió con fiebre y con una colosal patata caliente sobre el tapete. En un escenario que imponía, con luces tenues y mobiliario que decía «aquí yace el poder»,Rubalcabahabló de fútbol y también de estadísticas de accidentes y de terrorismo. Aquí nos asustamos. Le llamaron, él hizo llamadas, corrió arriba y abajo, entró en otro despacho, gritó, salió, dio órdenes a una secretaria. Y nos acompañó, escaleras abajo, hasta la salida, estornudando y diseñando tácticas de ataque. Salimos del ministerio con la convicción de que habíamos asistido a una jornada histórica que tenía que cambiar la faz del país. Estábamos en el tuétano de un Estado que se tambaleaba una fría noche de otoño. Al día siguiente nos apresuramos a leer los diarios para ver cómo reflejaban aquella escena de tensión vivida en primera persona. Ni una línea. Nada. Todo había sido una exhibición malabar ante un público entregado e ingenuo. Aún hoy aplaudo el número de magia. Para mí que la fiebre también era imaginaria.