El turno

Enseñar en catalán en la universidad

JOSEP-MARIA Terricabras

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La Conselleria d'Universi-tats ha propuesto finalmente un decreto de competencias lingüísticas para el profesorado universitario, ampliamente consensuado. Pero ciertos actores, y ciertos sectores, se han opuesto inmediatamente, como suelen hacer cuando se habla del catalán en la universidad. El odio que algunos catalanes y algunos españoles sienten hacia la lengua catalana, pero no por ninguna otra, es un caso que acabará apareciendo en los libros de psiquiatría.

El decreto es bueno, pero, para mí, demasiado suave. Cuando estuve en Alemania, la Universidad de Münster me hizo un examen de idioma que suspendió el 35% de candidatos. Decían, con razón: «Si usted no sabe alemán, no podrá aprovechar las enseñanzas y, por lo tanto, no es necesario que se matricule». Porque era evidente que los profesores daban, y dan, las clases en alemán.

Aquí, ay Señor, no se pide que las den en catalán, sino solo que lo entiendan si los estudiantes lo usan, porque si no lo entienden, no podrán evaluarlos, y los estudiantes tienen derecho a usar su lengua en la universidad y en todas partes.

Aquí, la acreditación lingüística no es retroactiva, solo se pide a los que quieran acceder a una cátedra universitaria -tener catedráticos ignorantes es francamente feo-; los profesores extranjeros podrán ser más o menos eximidos y solo se les va a pedir que, pasados dos años, entiendan el catalán, no que lo utilicen en clase. ¿Es pedir mucho? Y más aún: el decreto no se refiere en exclusiva al catalán, sino también al castellano y a una tercera lengua.

Ningún profesor ni ningún premio Nobel dejará de venir a Catalunya por culpa de este decreto. No vendrán si creen que nuestras universidades no son bastante prestigiosas ni potentes. Tenemos que lograr que lo sean. Prestigiando también la lengua del país. Quien tiene problemas con el catalán, tiene otros problemas. Lo siento por él.