28-N, fútbol y comedia

Estoy indignado con José Montilla. ¿Cómo se le ocurre poner las elecciones al Parlament el 28-N? ¿No sabía que, para aquella tarde, ya había comprado dos entradas -platea, fila 5, pasillo- para la Villarroel, para ir a ver a Joel Joan y Pere Ponce haciendo de policías de Chicago en Pluja constant? Se habla de ello en todo el país. Unos tenían previsto, para ese domingo, ir a ver Agost, de Tracy Letts, en la Sala Gran del TNC. Otros, después de tres años de no encontrar entradas para El mètode Grönholm, ahora las habían comprado para ir al Poliorama con cuñados, consuegros y sobrinos. Todos juntos acudirán, después de una votación familiar, para ver al que consideran el mejor actor del país -Jordi Boixaderas- y para escuchar la mejor voz -Lluís Soler-.

Los más pequeños, sabiendo que de Gerónimo Stilton se han vendido un millón de libros en Catalunya, el 28-N deseaban verlo en el Condal, en versión teatral dirigida por Àngel Llàcer. Aquella misma tarde de domingo, el Mag Lari tenía que llenar el Auditori de Sant Cugat, la población con más críos del Principat.

Tantos días como tiene el año y va y sin encomendarse a nadie nos convoca a las urnas. ¿Cómo es posible que el president Montilla, que ha ido con tanto cuidado para no estropear la visita del Papa a la Sagrada Família, no haya tenido en cuenta la programación teatral y familiar de los catalanes para decidir la fecha de los comicios? Y quien dice el calendario teatral dice el sardanístico, el de las puntaires, la programación televisiva o las grandes citas futbolísticas. De estas elecciones, como dijo Artur Mas, lo importante no es la fecha, sino el resultado. Con el Barça-Madrid, con el que se ha hecho tanto jaleo, pasa exactamente lo mismo. Que se juegue, o no, el mismo día de las elecciones es puramente anecdótico. Lo único importante es el resultado. Y para ganar al Madrid dependemos mucho más de Villa que de Montilla.