Nuevos ritmos para las canciones infantiles

El cancionero popular infantil catalán es muy rico y variado, pero sus melodías, a base de escucharlas una y otra vez, pueden resultar aburridas. Probablemente, lo que necesitaban es que alguien las renovara, les diera la vuelta y las convirtiera en algo diferente. En esa tarea está la gente de la compañía Com Sona?, que ha recopilado algunas de las más populares y las ha versionado en tono de jazz, música latina y otros ritmos en su espectáculo A cau d’orella, que podrá verse en el CaixaForum todos los sábados, domingos y festivos hasta el 11 de abril, una estupenda opción para los peques hasta 8 años para esta Semana Santa.

El escenario está ocupado por un mural repleto de animales y objetos como pintados por niños, sillas y taburetes. Los cinco músicos aparecen por todas partes. Van vestidos de forma extravagante y divertida y llevan unas misteriosas maletas que esconden algunos de los elementos que utilizarán. Cuando están todos reunidos susurran el título del montaje. En el primer número nos presentan a los instrumentos (por ahora la guitarra y el violonchelo) mientras acompañan la canción Mireu tots els instruments con una sencilla coreografía. Con Quatre pedres hi ha al carrer se incorporan el contrabajo y la flauta travesera mientras uno de los personajes va transportando piedras y animan a los niños a participar, pero casi ni hace falta que se lo pidan.

Pájaros, títeres y peces

En el siguiente número, Si fós ocellet, bajan a la platea e interactúan con los niños llevando unos simpáticos pajaritos que emiten un sonido característico. Las caras de los peques son un poema. Los títeres también hacen su aparición mientras los artistas cantan Així fan, fan, fan les titelles y aparece una marioneta de una muñeca dentro de un cucurucho. Los músicos se están durmiendo y la cantante invita a los chicos a gritar para despertarlos y ya sabemos que se desahogan fácilmente... Un títere de mano será el protagonista de la siguiente canción, Aquest és el pare, con más ritmo, en el que están representados “el pare, la mare, la sopa i el que se la menja tota”.

El clásico Si la barqueta tomba es representado con un barquito de papel gigante y una tela azul para hacer las funciones del mar. De una maleta extraen un palo y una cinta roja que se transformarán en una caña de pescar mientras suena el ukelele y el washboard (un instrumento de percusión con forma de tabla para lavar) e interpretan Peix, peixet de la canya al sarronet. Fingen ser peces y los pequeños espectadores les imitan.

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Los clásicos más populares

Para Sol, solet utilizan un piano en miniatura (los esfuerzos que tiene que hacer el alargado músico para sentarse) mientras sacan un sol de una caja de sombreros. Unos tubos de colores servirán para hacer uno de los números más originales, Ritmes, que demuestra la importancia de la percusión. Un paraguas que deja escapar confeti es la poética manera con la que interpretan Plou i fa sol para luego presentar a una tortuga con aires de jazz (Un, dos i tres, la tortuga) que no quiere salir de la maleta y los niños deben colaborar para convencerla.

El saxo, las maracas y el ukelele contribuyen a darle un insólito sabor tropical a En Jan Petit, mientras el diminuto público sigue los gestos de bailar “amb el dit, amb la mà, amb el cap, amb el cul i amb el peu”. La vocalista utiliza un capgròs con una barretina para pasearse entre las butacas bailando El gegant del pi a ritmo de dixieland. Ya en el tramo final presentan a todos los músicos con Hey, les espelmes, su versión del popular Hey, booguie booguie, en el que ya sabemos que tenemos que “picar de mans i amb la mà dintre i la mà fora” mientras caen desde arriba unas burbujas de jabón sobre el escenario.

Nuevas lecturas y un disco

Para acabar, con aires brasileños, nos explican que los instrumentos están cansados y nos despiden en varios idiomas asegurando que “ens ho hem passat molt bé”. Es un espectáculo que consigue reunir en menos de una hora un puñado de canciones tradicionales que han modernizado aportando nuevas lecturas musicales, simplificando las letras para que, hasta quienes no las conozcan (algunos se saben de memoria su disco), se unan a la fiesta. Las coreografías son sencillas para que los peques puedan seguirlas y está repleto de momentos participativos… y ya sabemos lo que les gusta intervenir. También han descubierto unos cuantos instrumentos (algunos bastante insólitos), han reído, han cantado, han bailado y nosotros hemos disfrutado viéndolos tan animados. Un montaje que empieza a cau d’orella pero, al final, el silencio durante la representación ha sido casi inexistente. Buena señal.