Seis personajes (o más) en busca de un actor

En las películas de intriga, el asesino suele ser siempre el que menos te esperas. Es de suponer que esta es la premisa en la que se basó el escritor y reconocido cinéfilo Francesc Marí para crear L’assassí imprevist, una obra que combina humor con algo de suspense dirigida por Montse Bonet (Deliri a dos) al servicio de un camaleónico Albert Requena (Money) que interpreta a seis (o más) personajes en busca de un actor que los represente. Ésta es la propuesta de la Sala Fènix para esta semana, ya que tan solo podrá verse hasta el domingo.

El escenario está únicamente ocupado por unos estantes metálicos a la izquierda y un taburete sobre el que está sentado un tipo tímido e introvertido con camisa blanca y pantalón oscuro, el señor X. Está esposado y siendo interrogado por un inspector que pretende averiguar qué ocurrió en casa de los Smith. En esta ocasión, como a lo largo de la obra, Requena se desdoblará en los dos papeles remarcando claramente las diferencias de voz, tonos, gestos y movimientos para que el espectador pueda distinguirlos con facilidad.

El notario y la familia rica

X es un notario a domicilio de 41 años separado, solitario, aprendiz de mago y algo apocado. La detención le lleva a recordar su llegada a la mansión de los Smith, donde un criado le enseña las obras de arte que se exponen en sus paredes y, poco después, conoce al citado Smith. Es un tipo presuntuoso y prepotente que se lo lleva a la terraza para encargarle un trabajo, momento escenificado con una pared de hierba y una fuente que surge al girar los mencionados estantes metálicos. Allí, X conocerá también a la esposa del magnate y a su caprichoso hijo.

La oscuridad de la noche y los aullidos de los animales le llevan a rememorar una excursión a la montaña con un amigo. Dos linternas son la única iluminación de este pasaje. La cena con la familia es uno de los mejores momentos, donde el actor muestra cómo devoran la comida (gambas, muslos, etcétera) diferenciando perfectamente el carácter de cada uno de ellos. De vuelta al interrogatorio, el policía le intimida y le grita que le explique de una vez que es lo que sucedió... algo que, lógicamente, no desvelaremos pero sí es importante apuntar que el origen del suceso fue una errata en un anuncio.

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Humor, pero también reflexión

Esta equivocación provocará que el protagonista se obsesione con ella. Una llamada telefónica le llevará a hospedarse en un hotel para un nuevo trabajo. Allí, el actor se convertirá igualmente en la recepcionista, el chico de las maletas o la camarera de piso. Unas misteriosas miniaturas y el mundo de los cómics jugarán también un papel importante. El desenlace es bastante sorprendente y, tras las risas, viene la reflexión sobre qué es legal o ilegal y quién lo decide.

En poco menos de una hora, Albert Requena, nos ha presentado a una larga lista de personajes y se nota que disfruta como un crío jugando con ellos, escenificando los dos rivales de una pelea, cambiando continuamente de voz y de actitud, incluso canta imitando a Raphael o Si tú eres mi hombre y yo tu mujer, de Jennifer Rush. Pero es que, además, nos ha dado argumentos para pensar un poco entre sonrisas y sorpresas. El asesino puede ser imprevisto, pero que enganche con el público es muy previsible.