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Una comedia critica el poder del dinero

La Sala Fènix estrena 'Money', una farsa económica con tres cuentos morales

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money abrir / JOSEP TOBELLA

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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El dinero nació como un mero instrumento para facilitar el intercambio cuando la fórmula del trueque se demostró insuficiente. Pero con el tiempo se ha convertido en algo más perverso, la vara de medir de la sociedad, permitiendo que la ambición desmedida de algunos provoque grandes desigualdades. El voraz capitalismo ha contribuido a que ahora, en formato físico o virtual, siga siendo el amo del mundo. Y recordemos que, como decía Jeremy Irons en la película Margin call: “el dinero son solo trozos de papel con dibujos para que no tengamos que matarnos unos a otros solo para comer”. La Sala Fènix acaba de estrenar una comedia que cuestiona su importancia y destapa, entre sonrisas, algunas prácticas reprobables. Su título no puede ser más explícito: Money.

La obra ha sido creada por Sergio López y protagonizada por el catalán Albert Requena y el chileno Felipe Cabezas, un tándem que interpreta una decena de roles repartidos en tres historias que se van alternando, además de otras breves apariciones de personajes sorpresa. En el escenario hay un sofá, una mesa y una silla con ruedas de oficina, varias sillas más donde se encuentra el vestuario que lucirán más adelante, así como un pequeño armario multiusos que utilizarán para representar tanto una caja fuerte como una neverita. Los propios actores van variando todos los elementos a lo largo de la obra para identificar los respectivos escenarios. Al principio aparecen sentados en el sofá vestidos de negro impecable y nos miran…

Al principio de la obra, los dos actores, de negro, se sientan en un sofá blanco.

Al principio de la obra, los dos actores, de negro, se sientan en un sofá blanco. / JOSEP TOBELLA

¿Quién es el atracador?

La primera historia, y la central, cuenta cómo José, un hombre humilde, un chileno sin recursos pretende cometer un atraco en una sucursal bancaria. Es una buena persona agobiada por su situación económica que se decide a dar ese paso como última solución. Su interlocutor será un empleado de banca, Manu, algo imbécil y fiel a la empresa para la que trabaja. Un hecho inesperado provoca que lo que inicialmente era un simple robo se convierta en un secuestro con un rehén, que la policía intervenga y que tenga que negociar con ella.

La historia principal narra el accidentado robo en un banco.visi

La historia principal narra el accidentado robo en un banco.visi / JOSEP TOBELLA

En el fragmento más punzante, el trabajador del banco se justifica explicando que la gente ha perdido la confianza en ellos. Pero también cuenta los motivos, ahora lo único que les preocupa no es velar por el dinero de sus clientes sino venderles nuevos productos financieros (el riesgo que asuman les es bastante igual) ya que van a comisión, tantos vendes, tanto vales. Muestra cómo los adiestran cual si fueran un ejército, los comparan con los vampiros que te sacan la sangre o explican cómo se aprovechan sin escrúpulos de la ingenuidad de las ancianas. ¿Quién es el atracador?

El atracador se verá obligado a negociar con la policía.

El atracador se verá obligado a negociar con la policía. / JOSEP TOBELLA

Uno de los momentos más divertidos muestra las sensacionalistas entrevistas de un programa televisivo que recoge declaraciones de los amigos del secuestrador así como de vecinos y transeúntes. Pero también hay breves apariciones de personajes que separan escenas como un presentador televisivo con un aire a Matías Prats o la azafata de un sorteo.

Entre una escena y otra aparecen insólitos personajes como la azafata de un sorteo.

Entre una escena y otra aparecen insólitos personajes como la azafata de un sorteo. / JOSEP TOBELLA

El exceso también es perjudicial

Los siguientes protagonistas son dos compañeros de piso. Uno de ellos es un publicista que se gana bien la vida, mientras que el otro es un estudiante de Humanidades bastante vago que se pasa la vida gorreando a su amigo y jugando a la consola. Pese a sus diferencias se llevan bien, pero todo cambia cuando descubren que les ha tocado un premio gordo en un juego de azar. Planean hacer viajes, visitar islas exóticas y repartir su fortuna con la familia.

La segunda trama narra la relación entre dos amigos muy distintos.

La segunda trama narra la relación entre dos amigos muy distintos. / JOSEP TOBELLA

Su inicial alegría y ganas de contárselo a todo el mundo cambia por preferir el silencio y quedárselo todo para ellos mientras la desconfianza y las sospechas hacen su aparición. El mensaje viene a ser que tan perjudicial es la falta de dinero como el exceso, que se traduce en una ambición desmedida y un egoísmo desconocido.

La euforia se apodera de los compañeros tras descubrir que han ganado una fortuna.

La euforia se apodera de los compañeros tras descubrir que han ganado una fortuna. / JOSEP TOBELLA

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El dinero mata

El tercer escenario es una sala de espera. Pronto descubriremos que se trata del lugar a dónde van a parar los difuntos mientras se decide su destino. Allí se encuentra un ejecutivo agresivo que se ha dedicado tanto a su trabajo que ha olvidado a su mujer y a su hijo. Cuenta los trucos financieros que emplea y cómo le alegra que haya una crisis como la actual para jugar con el vértigo de conseguir más y más. Su interlocutor es un hombre de familia adinerada que lamenta cómo los suyos solo se han preocupado por acumular dinero, lo único que les importa. Aquí la lectura está clara: el dinero mata.

Un agresivo ejecutivo financiero protagoniza la última historia.

Un agresivo ejecutivo financiero protagoniza la última historia. / JOSEP TOBELLA

Toda la obra transcurre entre referencias obvias, del Money de Pink Floyd a El lobo de Wall Street de Scorsese, y las tres historias concluyen con desenlaces inesperados que pretenden poner en tela de juicio el valor del dinero, los métodos para conseguirlo y las consecuencias que provoca. Eso sí, entre sonrisas desengrasantes que hacen más digerible el drama que esconde en su interior. Y es que, como decían en Cabaret, el dinero hace que el mundo gire… pero no siempre para bien.  

Al final de la obra, los actores reciben el aplauso del público.

Al final de la obra, los actores reciben el aplauso del público. / JOSEP TOBELLA