Guía gastro para guiris

¿De turismo en Barcelona? Te recomendamos 10 restaurantes sin chanclas con calcetines

Es la gran pregunta que debe responder todo barcelonés a sus amigos turistas de visita: «¿Me recomiendas algún restaurante?». Aquí tienes 10 cartas icónicas donde no toman el pelo ni la Visa

pescadors

pescadors / Instagram

Òscar Broc

Òscar Broc

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Lo malo de tener amigos extranjeros es que cuando vengan a Barcelona te harán la gran pregunta: «¿Me recomiendas algún restaurante?». No hay que tomarse a broma una petición de semejante calibre. Para no enviar a tus colegas a una trampa para guiris, lo primero es evitar los restaurantes que salen en todas las guías y se llenan de turistas enrojecidos en busca de gazpacho de brik y bravas congeladas. Lo segundo, elegir espacios honestos donde puedan conocer el producto y los platos más icónicos de nuestra gastronomía, sin que les tomen el pelo y la Visa. Lo tercero, armarte de paciencia cada vez que te pegunten cómo se chupa la cabeza de una gamba.  

1. Terraza mítica

Arroces eternos

La auténtica cocina marinera no está en La Barceloneta, está en Poblenou, en la divina terraza de Els Pescadors (plaza de Prim, 1), el restaurante de pescado, arroces y marisco al que enviaría a mis amigos extranjeros sin dudarlo. Turismo fuera del turismo. Un producto del mar del que pueden presumir pocos restaurantes de Barcelona. Unos arroces legendarios. Un servicio sin fisuras de la vieja escuela. Y un espacio abierto, donde comer con las caricias de la brisa es casi una experiencia religiosa. ¿Quién necesita ir a la playa cuando tiene Els Pescadors?  


2. Mantel y uniforme

Vasco renacido

Las pochas con almejas de Abasolo Etxea. 

Las pochas con almejas de Abasolo Etxea.  /

El veterano Abasolo Etxea (Marià Cubí, 190) vive una segunda juventud. Los nuevos propietarios le han hecho un 'lifting' a esta taberna vasca que conserva el alma y su legendario portón de madera intactos. La carta ha alcanzado un nivel más alto de excelencia, con la brújula orientada a los clásicos de la gastronomía vasca, y desviándose ocasionalmente hacia tapas y platillos universales. Qué ricas les salen las pochas con almejas, qué tiernas esas cocochas rebozadas, qué vicio el rabo de vaca, qué cremosas esas croquetas de sepia y qué imperial la tortilla de bacalao, un disco amarillo tan jugoso y tentador que se hace corto. Sin tópicos, sin concesiones, Abasolo es ejemplo de buena mesa y servicio impecable, el escenario perfecto para deslumbrar a tus amigos extranjeros con una muestra de cocina vasca con fundamento y un entorno libre de chanclas con calcetines. ¿Flan con Idiazábal de postre? Pregunta retórica.    


3. Canal Historia

Nuevo ‘vintage’

Café del Centre: ambiente modernista con platos catalanes 'vintage'. 

Café del Centre: ambiente modernista con platos catalanes 'vintage'.  / Instagram

Café del Centre (Girona, 69) es carta ganadora. Se trata de uno de los cafés modernistas más antiguos de Barcelona, se apoya en un servicio profesional uniformado a la vieja usanza, recupera y actualiza platos catalanes 'vintage', y está viviendo una segunda etapa, en manos del Grup Confiteria, de lo más exitosa. La Barcelona modernista palpita en un interior sembrado de objetos y ornamentos de otra era. Me encanta recomendar este espacio a amigos extranjeros. Les vuelve locos la vieja historia del café, se pierden en su decoración museística, y vibran con platos como los huevos mimosa con atún y botarga, la focaccia con aguacate y papada curada, la terrina de carrillera y capipota o el famosísimo cruasán relleno de ensaladilla rusa, la tapa más celebérrima de la casa. Monóculo y levita permitidos en el 'dress code'.   


4. Placer en Sant Antoni

Bocados de alegría

El cruasán de ‘steak tartar’ de Candela en Rama.

El cruasán de ‘steak tartar’ de Candela en Rama. / Instagram

En pleno barrio de Sant Antoni, amparado por una 'illa' oxigenante y llena de vida, acaba de subir la persiana Candela en Rama (Parlament, 41), una nueva aventura del grupo 9 Reinas que recomendaría con los ojos cerrados a turistas sensatos sin ganas de caer en trampas para turistas. Este espacio diáfano, amplio y con terraza apuesta fuertemente por una cocina de mercado reconocible y placentera. Tapas, platillos, brasa, chup-chup, y hasta el infinito y más allá. La ensaladilla rusa es una fiesta de las gordas; le ponen un huevo frito y la rematan con lascas de ventresca de atún: monumental. El calamar braseado sobre ajo-morcilla de Jaén pone ojos en blanco. Almejas con papada. Albondiguillas con sepia y patatas. Cruasán de 'steak tartar'. Tus colegas americanos borrarán las Ramblas de su agenda gastro ipso facto.   


5. Casa-jardín

Lejos del ruido

Café Chandigarh ocupa una casa-jardín de los años 50.

Café Chandigarh ocupa una casa-jardín de los años 50. / Instagram

¿Por qué no huir de la vorágine turística y buscar un poco de aire? Ubicado en la avenida de Esplugues, 105, Café Chandigarh espera al visitante con una de las terrazas ajardinadas más celestiales de Barcelona. No se me ocurre mejor destino para un turista que este espacio: está a eones del centro, ocupa una bellísima casa-jardín de los años 50 y te cuida con una carta confortable y adaptada a todos los paladares. En las pastas, los rigatoni al ragú de ternera son el gran reclamo. Excelente apartado de verduras y vegetales (magnífica berenjena asada). No faltan carnes de calidad y pescado. Y tienen hasta pizzas, para los más glotones. Por cierto, si hay ganas de jarana, pregunta por la carta de cócteles: el combustible no contaminante que buscan tus amigos.   


6. Marisco popular

Lejos del mar

Lluritu, marisquería de barrio a buen precio.  

Lluritu, marisquería de barrio a buen precio.   / Instagram

Tus colegas alemanes quieren marisco. ¿Qué haces? ¿Les envías al paseo Joan Borbó y te la juegas o dejas atrás el litoral y los metes en la mejor marisquería de Gràcia? Opción 2, por supuesto. Tus amigos alemanes están a punto de descubrir Lluritu, una marisquería de barrio, coqueta y eficiente que se aleja de tópicos y decoraciones rimbombantes, para llenar tu mesa con producto de calidad a precios muy razonables. Los dos espacios que tiene Lluritu en Gràcia (Torrent de les Flors, 71 y De la Virtut, 11) son los lugares perfectos para que un turista descubra que se puede comer excelente marisco y pescado fuera de la Barceloneta (y sin gastar tanto). Navajas a la plancha, pulpo seco, gambitas, sepietas, zamburiñas, parpatana de atún, ensalada de anguila ahumada, tortilla de patatas con jugo de gamba… Sin prisa, sin pausa. Y ya le explicarás a tus amigos alemanes cómo se come ese gambón sin cubiertos.    


7. Mercado libre

Arroces de verdad

¿Una paella marinera? El Catavents es un clásico de Casa Amàlia. 

¿Una paella marinera? El Catavents es un clásico de Casa Amàlia.  / Instagram

Pocos lugares para deslumbrar a un turista de bien como el restaurante Casa Amàlia (pasaje del Mercat, 14). En esta iglesia se reza solo al producto y de tan inquebrantable fe surge una carta de cocina de mercado que pone en valor y actualiza recetas con producto nacional, como los adictivos torreznos o el carpaccio de gamba roja de Blanes. Es imposible que el turista no pierda el sentido cuando le hinque el diente a la croqueta de jamon ibérico, con una loncha del susodicho por encima. Y que no falten los arroces, por supuesto. Arroces de enorme calidad que puedes pedir en formato individual y que surcan el comedor como flotas de ovnis enloquecidos. Con pescado, marisco o presa ibérica, los hay para todos los gustos y se disfrutan cosa mala en la maravillosa terraza que tiene el restaurante en el pasaje del Mercat, detrás del mercado de la Concepció. Una visita a Casa Amàlia y las pesadillas con El Paellador habrán terminado.  


8. Arriba del todo

Arroz con vistas

La Venta: uno de los restaurantes con mejor relación vistas-cocina. 

La Venta: uno de los restaurantes con mejor relación vistas-cocina.  / Instagram

Vistas panorámicas y cocina de calidad no suelen ir de la mano. El turismo adora observar Barcelona desde las alturas, de modo que ya estás enviando a tus conocidos a la plaza del Doctor Andreu. En lo más alto de la ciudad, encontrarán La Venta (plaza del Doctor Andreu, s/n), uno de los restaurantes con mejor relación vistas-cocina de toda la ciudad. En este veterano se come muy bien y se disfruta de una postal maravillosa de la urbe. Es un mirador privilegiado. Su carta, además, servirá para que que el turista conozca la cocina y el producto local de verdad, y se olvide de los sucedáneos de arroz y los congelados que abundan en las zonas más guiris. Su arroz meloso de gambas y sus pies de cerdo son la mejor cura contra el turismo de borrachera.   


9. Céntrico y sabroso

En casa de Sagnier

Tortilla abierta de sobrasada ibérica y queso de Mahón del Café de l’Arquitecte.

Tortilla abierta de sobrasada ibérica y queso de Mahón del Café de l’Arquitecte. / Instagram

Sin fliparse, armado con buen producto y ubicado en un entorno cálido, confortable, luminoso… Es el Café de l’Arquitecte (Rambla de Catalunya, 104) y lo encontrarás en los bajos del Hotel Casa Sagnier, en plena Rambla de Catalunya. He aquí el restaurante que recomendaría a un turista: apuesta por una cocina de mercado mediterránea, sencilla y bien ejecutada, con producto local y reconocible. El hotel, además, ocupa el edificio donde vivía el célebre arquitecto Enric Sagnier y los bajos que ocupa el restaurante están decorados con un gusto exquisito. En la cocina, el chef Jorge Aranda ha armado una colección de platos que gritan «viva la vida» con gran fuerza. La tortilla abierta de sobrasada ibérica y queso de Mahón es un 'must'. La croqueta de pollo de payés, ñam. Carnes, pescados, arroces y tapas desfilan en una carta agradecida y satisfactoria. Y en pleno centro de Barcelona, para que el 'shopping' ayude a bajarlo todo.   


10. Tapas con señorío

Terraza perdida

El caviar verde del Bar Lorenzo. 

El caviar verde del Bar Lorenzo.  / Instagram

Nos vamos a la zona alta en busca de terraceo, tapas de calidad y algo de relax. Si el Bar Lorenzo (paseo de la Bonanova, 105-107) estuviera en el centro, seguramente tendrías que pedir tanda para el 2024. Repleto de guiños decorativos a la Barcelona de los 70, este gastrobar con servicio uniformado maneja el mejor producto de temporada en formato tapa o platillo. Todo en su sitio y bien hecho: croquetas de jamón, guisantes lágrima, rabo, ensaladilla rusa, tortilla vaga de alcachofas con yema ahumada y lo que necesite ese cuerpecito de turista alérgico al turismo. Terraza de 10. Cero guiris.

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