MUSEO IMAGINARIO

Oxígeno en los jardines Costa i Llobera

Helena Velez Olabaria, directora artística del festival DOCfield y responsable de proyectos de la fundación Photographic Social Vision acude a este espacio verde para evadirse del caos de la ciudad

Helena Velez Olabarria en los jardines Costa i Llobera

Helena Velez Olabarria en los jardines Costa i Llobera / periodico

Anna Pérez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Helena Velez Olabarria tiene un truco para sobrevivir en una gran urbe como Barcelona: acudir a estos jardines cada vez que necesita un break. "Tienen un aire muy marciano (hay más de 800 especies de cactus) que me ayuda a evadirme. Eso es lo que me gusta: que, dentro de la ciudad, pueda sentir que estoy muy, muy lejos. Y a mí, eso de sentir que estoy en otro lugar me pone muy cachonda", dice entre risas.

La fotógrafa vasca, que se instaló en la ciudad en el año 2005 tras regresar de Berlín, descubrió los jardines en el 2007. "Toda la zona de Montjuïc también invita mucho a la deriva, a descubrir espacios interesantes", comenta. Para ella, "andar es una práctica artística", y no solo lo hace para inspirarse para sus proyectos personales sino que "es una manera de estar conectado contigo mismo, de meditación".

Esta filosofía la podemos ver reflejada en sus trabajos como directora artística del festival DOCfield (hasta el 9 de diciembre) o como responsable de proyectos en la fundación Photographic Social Vision, cuyo objetivo es acercar historias al público y poner en valor la fotografía documental. "Conocer la zona en la que vives te conecta con la ciudad a la que perteneces, te hace ser un agente activo. Todo lo que sea cultura urbana la componemos todos, y Barcelona es un territorio súper fértil para abrir los ojos y sentir", valora.

UNA VISTA TRASERA DE LA CIUDAD

Aunque son muchos los que viven enamorados de esta ciudad, también tiene un lado gris que ella observa cada vez que acude a estos jardines. "Te ofrecen esta vista trasera a un puerto más industrial, a toda la cara de la que quizá muchos de nosotros no estamos tan orgullosos, como todos estos cruceros, el turismo masivo, una Rambla 'dudosa'...".

Las visitas al jardín, a veces nocturnas, también le sirven para coger perspectiva de la ciudad en la que lleva a cabo sus proyectos. Porque, después de 13 años en Barcelona, estos paseos para evadirse se han convertido en necesarios para ella: "Todo lo que es la conexión con la naturaleza es superimportante: es ese momento que me obliga a parar y que la ciudad normalmente no te permite".