HISTORIA

Andrea Marcolongo: "En Italia se habla de pedir la devolución de 'La Gioconda' a Francia"

Andrea Marcolongo, fenómeno editorial especialista en cultura clásica, publica en España de la mano de Taurus 'Desplazar la luna. Mi noche en el museo de la Acrópolis'

Andrea Marcolongo, autora de 'Desplazar la luna. Mi noche en el museo de la Acrópolis', en el museo de Atenas en el que pasó una noche completa.

Andrea Marcolongo, autora de 'Desplazar la luna. Mi noche en el museo de la Acrópolis', en el museo de Atenas en el que pasó una noche completa. / NIKOS ALIAGAS

Ángeles Castellano

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"Hoy tenemos una relación muy rara con el arte. No son nada más cuadros en el museo a los que no dedicamos tiempo, es una manera de expresar quiénes somos". Andrea Marcolongo (Milán, 1987) dedica su vida a la cultura clásica. Es licenciada en Letras Clásicas por la Universidad de Milán, y fenómeno editorial (súperventas en Italia y Francia, traducida a 28 lenguas) desde la publicación de su primer libro, La lengua de los dioses (Taurus, 2017). Ahora se publica en España su más reciente trabajo, Desplazar la luna. Mi noche en el museo de la Acrópolis, en el que, además de contar las desventuras del Partenón y el robo de sus mármoles y estatuas, abre el debate acerca del expolio, la apropiación cultural, la restitución del patrimonio arqueológico, la identidad de las obras de arte y el papel de los museos como instituciones.

Es un libro de lectura ágil, en el que lo que ocurre en tiempo real (una noche en el museo) se superpone con las reflexiones sobre su propia identidad e historia familiar (nacida en Italia, afincada en Francia, hija de trabajadores que no terminaron su formación académica) y sobre la historia, la cultura clásica y el Partenón. Y todo nació como un encargo de la editorial francesa Editions Stock, como parte de la colección -Ma nuite au muséeMi noche en el museo en español-. Ella eligió el museo y el contenido del libro. "Para mí fue muy natural escribir sobre la Acrópolis, en Atenas", explica por videoconferencia desde París, donde reside. "Como tuve que esperar un año a que me dieran los permisos necesarios para pasar una noche en el museo, tuve tiempo de investigar sobre el Partenón. La historia del robo de los mármoles me pareció tan increíble que pensé que merecía la pena contarlo".

Símbolo de la Antigua Grecia, la Acrópolis de Atenas es la zona, construida sobre una colina en las afueras de la ciudad actual, donde se levantaron los templos en los que se pusieron los cimientos del pensamiento y la organización social occidental actual. Durante dos mil quinientos años se mantuvo intacta, hasta que en a principios del siglo XIX, bajo la dominación del Imperio Otomano y en un marco geopolítico de alianzas y conflictos entre las potencias del Imperio Británico y Napoleón, el embajador británico lord Elgin llevó a cabo una serie de destrozos y saqueo que acabó con parte del botín en el Museo Británico de Londres, donde se exhibe aún hoy. Es sólo una parte, porque la mayor parte de lo que se sustrajo se ha perdido.

Marcolongo cuenta esta historia, pero también cómo Francia trataba en aquel momento de hacer lo mismo -de hecho, hoy el Louvre exhibe una metopa y una parte del friso del Partenón- y cómo ese fue el origen de los grandes museos actuales. "Los museos están demasiado llenos de todo, por esta idea de ser espacios universales que deben contener cualquier obra de arte, como muestra de poder y dominación".

Identidad de las obras de arte

Relacionado con el saqueo y la exhibición de obras de otros países, la autora reflexiona también sobre la identidad de las obras de arte. El Partenón y la Acrópolis son claramente griegos, símbolos una civilización. ¿Pero qué ocurre con otras obras, como La Gioconda, de Leonardo da Vinci, que se exhibe en el museo del Louvre de París pero de la que Italia reclama su devolución? ¿Es una obra italiana, creada por un italiano bajo los elementos que definen un periodo concreto del arte italiano? ¿O es una obra francesa, dado que su propio autor se la entregó en persona al rey de Francia a cambio de una renta? Para Marcolongo, La Gioconda es una obra cumbre del Renacimiento italiano y por tanto, parte del imaginario colectivo italiano. Pero, ¿dónde debe exhibirse?

"En Italia se habla sobre pedir la devolución de La Gioconda por ser una obra made in Italy, pero el cuadro pertenece legalmente a Francia", explica. "Es difícil encontrar una solución. Quizás deberíamos repensar la exhibición misma de las obras de arte y aceptar que puedan circular por diferentes lugares, que se aumenten los préstamos entre museos y las obras sean más accesibles, y que se indique, además, en su exhibición, cuál fue el camino que vivió la obra desde que se creó" plantea. "Una obra de arte comienza cuando se termina de hacer y llega al museo".

Para esta helenista, el Partenón y su historia es la máxima representación de la identidad europea. "Nuestras raíces son griegas y latinas y el símbolo mismo de esas raíces es el resultado de un robo", explica. "Devolver los mármoles a Grecia, algo que reclaman desde que el país logró su independencia, no es una cuestión de hacerle un favor, debe repensarse la relación entre Europa y el arte".

La histórica reclamación de devolución puede parecer obvia en el caso de Inglaterra, pero lo mismo ocurrió en otros lugares y forma parte de la historia misma de los museos. Ninguna de estas instituciones, explica la autora, quiere dar un paso que no sabe el alcance que puede tener. Después del expolio, tan sólo Italia ha devuelto piezas arqueológicas a Grecia. Lo cuenta Marcolongo en su libro. "En Grecia todos hemos pillado, excavado y extraído siempre cosas, sin preocuparnos por ello ni abrigar el menor sentimiento de culpa. Y con las ideas saqueadas hemos fabricado a lo largo de los siglos nuestra concepción de cultura y de civilización", dice en el libro.

Identidad europea

En tiempos de exaltación del nacionalismo y los populismos locales, Marcolongo extiende esta reflexión sobre la identidad a su propia experiencia. "Ni una sola vez he sentido un estremecimiento de orgullo", dice en el libro sobre su origen italiano. "No tengo la menor sensación de pertenecerle en nombre de la sangre italiana que me corre por las venas". En este sentido, defiende la cultura griega sobre la herencia de la civilización romana. "El de Roma ha sido sin duda el imperio más grande del mundo antiguo, pero, por lo que respecta a la cultura, todos los herederos de los latinos hemos copiado sin más a los griegos, siempre inalcanzables".

La escritora dice no sentirse adscrita tanto a su lugar de origen, sino como una identidad europea -mediterránea- abierta, producto, dice, de la formación Erasmus que su generación pudo disfrutar en la universidad y que permitía el intercambio de estudiantes entre diferentes países europeos. "A mi generación, la de los Erasmus, todo nos parecía un pueblo", afirma. "Todos mis compañeros salieron a pasar temporadas largas en otras ciudades europeas". Sin embargo, considera que esto se está perdiendo entre los universitarios actuales. "Me preocupa que hoy en día las becas Erasmus sólo son para estudiar en inglés y esto me parece una gran diferencia, porque no es lo mismo vivir en un país que ser turista. Me acuerdo que a Gabriel García Márquez le preguntaban sobre cómo era vivir en Francia y él decía que él no vivía en Francia, que estaba físicamente ahí, pero seguía pensando en español y viviendo con las costumbres y mentalidad colombiana".

Estas reflexiones están relacionada también con el turismo, y el tipo de visitas que se hacen actualmente en los museos, atestados de obras que a penas se pueden digerir por los visitantes y además, cada vez más, con un acceso reducido por los grupos turísticos que pasan por ellos en visitas relámpago. "No se puede andar por un museo, no tiene sentido tener que esperar seis meses para poder visitar la Galería de los Uffizi", se queja. "Los museos están llenos de gente que no tiene el tiempo ni el espacio para observar en profundidad las obras de arte ni para reflexionar sobre quién las produjo y cómo han llegado ahí".

"La cultura no tiene que ser útil"

La solución a estos grandes debates, considera la autora, es compleja y, en su opinión, debe ser conjunta y común para los países europeos. Para ella, el Partenón es también un símbolo de la relación social con el arte y la cultura. "Ya pasó con este edificio, que es una cosa concreta, que no fue protegido y se destrozó a la vista de todos, así que hay que hacer un gran esfuerzo en defender el legado de la cultura clásica, que es algo mucho más frágil, que no se ve". Mucho más, explica, en un momento histórico en el que se reduce la enseñanza de las humanidades en los planes de estudio, bajo el argumento de la utilidad. "Cada vez que toleramos que alguien pueda preguntar '¿Para qué sirve la cultura clásica?', ignorando que sólo los siervos sirven, mientras que la cultura nos libera, nuestros ojos se vuelven ciegos", escribe en el libro.

¿Por qué es importante estudiar griego antiguo, entonces? "Es absurdo preguntarse algo así", contesta enfadada. "El conocimiento cultural no tiene que ser útil o servir para algo concreto, tiene un valor en sí mismo". El auge de los populismos le preocupa, en este sentido. Y vuelve a la antigua Grecia como ejemplo: entonces convivían escuelas filosóficas antagónicas, marcos de pensamiento enfrentados que sin embargo, dialogaban y convivían. "Cuando todo se convierte en una pelea constante por conseguir electores o en ver quién grita más fuerte, ahí siempre pierde la cultura".