A los 89 años

Muere Bernard Pivot, leyenda del periodismo cultural

El presentador animó a leer a millones de espectadores gracias a su programa televisivo 'Apostrophes'

Bernard Pivot: "En Francia la cultura todavía es fundamental"

El periodista cultural Bernard Pivot, en la librería Jaimes.

El periodista cultural Bernard Pivot, en la librería Jaimes. / FERRAN NADEU

Elena Hevia

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¿Un programa televisivo dedicado a los libros y además capaz de convocar frente a las pantallas a más espectadores que en una final del Paris Saint Germain y el Olympique de Lyon? Sí, eso llegó existir y además, se producía todos los viernes por la noche. Fue, naturalmente, en Francia, donde la cultura siempre ha demostrado un gran poder de convocatoria y su artífice, el periodista Bernard Pivot, todo un mito del periodismo cultural que ha fallecido este lunes a los 89 años. 

Los programas en los que reinó Pivot, ‘Apostrophes’ (1975 – 1990) y ‘Buillon de Culture’ (1991- 2001), se mantuvieron en antena gracias a un estilo alejado del academicismo, que logró influir directamente en las lecturas del país vecino -un tercio de los libros que se vendían en Francia venían precedidos por las recomendaciones del periodista-. Sus programas eran un modelo muy difícil de imitar en otros países europeos, aunque en España tuviéramos las excelentes entrevistas que Joaquín Soler Serrano facturaba en ‘A fondo’.

La pasión, la curiosidad y la ironía con la que Pivot dirigía sus encuentros con los autores eran únicas, como también lo fueron los grandes escritores del siglo XX que accedían a acudir a su plató. “Nunca cambié el tono para parecer más profesoral. Yo soy un periodista, solo eso y no quiero ocultarlo, no quiero que parezca que acabo de salir de la Sorbona. Mi principal virtud, quizá la única es estar delante de los personajes tal y como soy”, explicó a este diario en el 2016, cuando fue invitado a impartir un monólogo en el Teatre Romea, basado en sus experiencias. 

Aquellas experiencias forman hoy parte de la leyenda de la cara B de la literatura. Como cuando Vladimir Nabokov accedió a contestar a sus preguntas, preparadísimas, mientras se servía tazas de té una tras otra, que en realidad no eran más que whisky con agua. '¡Qué rico este té!', subrayaba Nabokov mientras Pivot sonreía con complicidad. 

Menos divertida fue la intervención de George Simenon confesando la compleja relación amorosa que mantenía con su hija y que llevó a esta al suicidio. El alcohol marcó también la participación de Marguerite Duras, quien se sinceró sobre su dependencia por primera vez en público. Un punto más exhibicionista y gamberro fue Charles Bukowski, que absolutamente ebrio montó un buen número y no llegó a vomitar en directo sobre el micrófono -quería provocárselo él mismo- porque el presentador se lo impidió. 

Más allá de las anécdotas, Pivot siempre propiciaba conversaciones y reflexiones de altura en las que participaron entre otros Aleksandr Solzhenitsyn, Gabriel García Márquez, Marguerite Yourcenar o Umberto Eco. Y su regla de oro era que los autores jamás le pillaran con la guardia baja: “Cuando un entrevistado venía a mi programa sabía que yo había leído atentamente toda su obra. Nunca ningún escritor me pilló en flagrante delito de no haberle leído o de haberlo hecho demasiado rápidamente”.

Pivot, amante de las palabras, fue también hasta el 2019 presidente de la Academia Goncourt y como tal, uno de los principales valedores de Michel Houellebecq, a quien se le concedió el premio en el 2010. 

Solía despedir las entrevistas con la pregunta: 'Si Dios existe ¿qué le gustaría oír en las puertas del cielo?'. Él respondió así: " ¡Ah Pivot! explícame las reglas del participio pasado de los verbos pronominales franceses porque, aunque soy Dios, todavía no las he entendido".

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