Estreno

El TNC combina cabaret y teatro erótico-jurídico en 'Els criminals' de Ferdinand Bruckner

El director Jordi Prat i Coll recupera una obra del Berlín de entreguerras para hablar de nuestro presente con un ambicioso montaje protagonizado por 13 intérpretes y tres músicos

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Un momento de 'Els criminals'

Un momento de 'Els criminals' / David Ruano

Marta Cervera

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El director y dramaturgo Jordi Prat i Coll triunfó hace unos años en el TNC con su divertida adaptación de 'Els Jocs Florals de Canprosa'. A partir de este jueves regresa a la Sala Gran con una ambiciosa versión de 'Els criminals' (1928) de Ferdinand Bruckner, una obra estrenada en el Berlín de entreguerras de la República de Weimar que habla de la arbitrariedad de la justicia, la corrupción, el aborto, la homosexualidad, el infanticidio y la pena de muerte. Dieciséis intérpretes,13 actores y tres músicos que también asumen diferentes personajes.

La dramaturgia de Prat i Coll, basada en una traducción de Kàtia Pago, se centra en la obra de Bruckner en los dos primeros actos y tras una pausa, culmina su proyecto con un tercer acto donde incorpora pasajes de otra obra del autor, 'Las razas' (1933), una denuncia sobre el trato que recibían los profesores judíos en la Alemania nazi.

Un momento de 'Els Criminals'

Un momento de 'Els Criminals' / David Ruano

Al director le interesó esta pieza -la segunda de Bruckner, conocido en España sobre todo por 'El mal de la juventud'- porque "todo lo que pasa en la obra nos resuena". Y añade: "Palabras como libertad y democracia están muy pervertidas".

"Palabras como libertad y democracia están muy pervertidas"

Considera haber logrado crear un montaje "entretenido y rico teatralmente", un montaje también "necesario porque muchas cosas del pasado nos iluminan el presente", afirma. Su versión, con toques de humor y elementos para hacer participar al público, cuenta con un final inesperado y una banda sonora de Dani Espasa a ritmo de jazz donde destacan dos temas, uno con letra suya, "que tiemble Bad Gyal', bromeó, y 'Das lila lied' ('La canción violeta'), el primer himno gay de la historia.

Teatro documento y cabaret

La teatralidad es diferente en cada acto. En el primero presenta a los personajes que habitan un edificio de dos plantas de manera realista. Siete cubículos donde se ve a todos los personajes, porque ésta es la historia de una rica familia venida a menos que alquila habitaciones en su casa. "Es como si fuera la 'Rue del Percebe'", comenta el director. En sus estancias, todas a la vista, la acción es simultánea. Allí se descubren sus conflictos y motivaciones para saltarse la ley. A través de ellos, el autor quiere demostrar que "todos somos capaces de cometer pequeños o grandes actos de criminalidad. Su tesis es que todos somos criminales: solo hace falta que se den las circunstancias necesarias".

Un momento de 'Els criminals'

Un momento de 'Els criminals' / David Ruano

En el segundo acto todo eso desaparece y la escena se convierte en un gran juicio donde un juez supremo, encarnado por Lluís Soler -uno de los grandes protagonistas junto a Joan Carreras y María Rodríguez-Soto- se erige en máximo representante de la ley con "una teatralidad desbordada a lo Carlos Santos".

Tras la media parte, en el tercer acto, la escenografía se convierte en un cabaret que refuerza una de las ideas principales del espectáculo: ¿Cómo funciona la justicia? ¿Quiénes son los verdaderos criminales? ¿Quién puede juzgar? La versión de Prat i Coll promete.

"Me había expuesto mucho individualmente con obras como 'Fàtima' y hasta con 'For Evita'. Buscaba una obra que nos definiera como sociedad, de cómo nos relacionamos", explica. Esta obra alemana le encantó en parte porque en ella "los personajes femeninos son tan activos como los masculinos y no solo es paritaria en cuanto a lo que dicen unas y otros, sino en las tramas", señala el director. La obra muestra a mujeres humildes y adineradas, desde criadas hasta una prostituta nada victimizada y con visión empresarial.  "Es una obra terrible y el final, aunque sea algo cómico, es poco esperanzador porque refleja el momento en el que me encuentro. Las medias tintas no funcionan". 

Un autor a reivindiar

Esta es la segunda vez que la obra del autor y director Ferdinand Bruckner -su nombre real era Theodor Tagger- sube a escena en Barcelona. El texto se estrenó en Berlín en 1928, en París en 1929 y en Barcelona, en el Teatre Romea en 1931, con 50 personajes. "Entonces Barcelona estaba en la órbita de lo que se hacía en Europa". La producción tuvo tanto éxito que dos años después se hizo en castellano en el Teatro de la Zarzuela de Madrid en versión castellana, con el mismo reparto y espectáculo. "Entonces suavizaron el texto. El original utiliza un lenguaje áspero y evitaron ser tan explícitos con determinados temas como la homosexualidad. Nosotros no lo hemos suavizado, lo haremos tal cual", explica el director, Jordi Prat i Coll, quien aclara que, aunque no es un comedia, el público reirá.