Crítica de música

Llorenç Santamaria, melancolía con alma de rock’n’roll en el teatro Victoria

El cantante mallorquín exhibió una excelente forma en el concierto encuadrado en su gira de despedida, combinando temas rockeros y sus baladas más célebres

 

BARCELONA. 11.04.2024 Concierto de despedida de Lorenzo Santamaria en el Teatre Victoria. FOTO FERRAN SENDRA

BARCELONA. 11.04.2024 Concierto de despedida de Lorenzo Santamaria en el Teatre Victoria. FOTO FERRAN SENDRA / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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Podría parecer que el Llorenç Santamaría rockero y 'soulero', y el que un día arrasó como vocalista romántico, son dos cantantes diferentes, y que citarlos en el escenario no es la mejor de las ideas, pero a veces no hay que hacer caso de esas preconcepciones. Hubo cohesión, continuidad y mucha vida, oficio y corazón este jueves en el teatro Victoria (entradas agotadas), en el concierto con el que este mallorquín de trayectoria en varios tiempos vino a despedirse de nosotros (e hicimos ver que nos tomábamos en serio el anuncio).

Santamaria, ya sea Llorenç o Lorenzo (eso va a épocas, y a lugares), lució estilo, buena estampa y poderío vocal. Los 78 deben de ser los nuevos 45. Y recorrió su historia, compensando la melancolía con brío ejecutivo (arropado por cuatro instrumentistas y una corista), hundiendo raíces en su pueblo natal, Santa Maria del Camí. Por sus calles lo vimos paseando en el video introductorio, mientras rememoraba sus andanzas con sus grupos juveniles, Los Chelines, Los Fugitivos, Los Bríos y el más celebrado de todos, Z-66.

Heridas que sanan

Al son del instrumental ‘Apache’, de los Shadows, entró en escena presto a dejarnos las cosas claras con ‘Quise ser una estrella del rock and roll’, la canción con la que en 1978 trató de desdecirse de su currículo melódico. Lo que tal vez entonces eran heridas, hoy es lección de vida: cambiamos y a la vez somos los mismos. Santamaría fue tan genuino en los números rockeros, caso de ‘Blue jeans’, como en esas ‘power ballads’ mediterráneas que siempre supo bordar, como ‘Por ese amor’. Mención especial para ‘Coses des camp’, su temprano tema en catalán (de 1975), donde contó con Joan-Pau Chaves, teclista de Els Pets.

“Demasiados recuerdos guapos”, deslizó con su eterna sonrisa. Un poco de nostalgia flotante, claro, en temas como ‘Adiós amor’, de “cuando te enamorabas de una chica extranjera, se volvía a su país y tú te quedabas sufriendo como un tonto”. Y un tema de su obra moderna que mira hacia atrás, ‘Plaça Gomila’, pero cabalgando sobre un fornido rhythm’n’blues, en recuerdo de aquellos días (y, sobre todo, noches, con “vicio de todo tipo”) en los clubs de Palma: Tito’s, Toltec o Sgt. Pepper’s. En este último, del que Z-66 fue grupo residente, llegó a actuar Jimi Hendrix, de quien Santi Picó, invitado de la noche, evocó el solo de ‘Little wing’.

Fue una noche de agradecimientos a figuras valiosas situadas en su día entre bambalinas, como el arreglista Alfredo Domènech y el compositor Toni Morlà. Y de sumo deleite con los hitos de una era: ‘Llamarada’, ‘Tu sonrisa’, ‘Te daré mi vida’ y los más celebrados, ‘Si tú fueras mi mujer’ y un ‘Para que no me olvides’ estirado por el canto del público. Antes de cerrar la sesión, Llorenç Santamaría regresó a su primer amor, el rock and roll: chupa de cuero, gafas oscuras y un ‘medley’ que culminó con ‘Jailhouse rock’, la canción que un día sacudió por dentro y por fuera al adolescente llamado Llorenç Rosselló.

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