Verso libre de la escena catalana

Xarim Aresté: "Ahora, cuanto más joven es una propuesta musical, menos músicos utiliza"

El músico publica ‘Un idioma nou’, un sobresaliente álbum en el que, siguiendo la estela del ovacionado ‘Ses entranyes’, funde diversos géneros (rock, blues, soul, folk, jazz) en un cancionero que desliza el mensaje de escuchar nuestra voz interior frente a la sensación general de “alarma constante”

El cantante Xarim Aresté, el pasado 13 de marzo

El cantante Xarim Aresté, el pasado 13 de marzo / Jordi Cotrina

Jordi Bianciotto

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En el mundo musical, puede ocurrir que caigas en gracia con tu disco de debut y atraigas los focos durante un tiempo por ser la novedad del momento, pero la auténtica prueba no es ya publicar el segundo disco, sino el tercero, el cuarto y los que tengan que venir. “Hacemos esto porque lo amamos de verdad, el problema es si esperas algo a cambio, porque puede pasar que no haya ningún tipo de retorno y que eso te deje en la deriva emocional y económica. ¿Y qué haces entonces? ¡Pues otro disco!”, ríe, por no ponerse trágico, Xarim Aresté, cantante y guitarrista que hace un par de años publicó uno de los mejores discos de la música en catalán de los últimos tiempos, ‘Ses entranyes’, y que acaba de lanzar su igualmente inspirado relevo, ‘Un idioma nou’.

No es un tercer ni un cuarto álbum, sino el séptimo en solitario de este músico de Flix, que se abrió paso con Very Pomelo y que ha compartido andanzas con Gerard Quintana, Sopa de Cabra, Maika Makovski, Sanjosex, Josele Santiago, Paul Fuster, Pantanito… Obra que transmite una depuración muy avanzada de su lenguaje musical, que viene a ser una centrifugación espiritual de lo que representan el rock, el blues, el soul, el folk o el jazz. La lengua nueva a la que alude es “el idioma del sujeto, de las emociones y las intuiciones”, señales a las que no hacemos el caso que deberíamos, estima. “Tenemos cada vez más una sensación de aislamiento individual y eso es porque no comprendemos el idioma humano. Las máquinas no llegan ahí”. 

Invocar el alma

La conversación con Xarim Aresté suele ir más allá de la música, y hay que recordar que él pasó tres años en la facultad de Filosofía. Con ‘Un idioma nou’ aboga por escuchar nuestra voz interior y por recuperar un significado de la música que ve extraviado. “Para mi generación, la música generaba una catarsis holística: sentíamos que con ella nuestra vida tenía sentido y percibíamos un sentimiento de unidad. Eso siento que cada vez está más lejos”, reflexiona Aresté, que ve a sus conciudadanos “en estado de alarma constante, más histriónicos, como si el alma no existiese”.

Interpretando ese estado de las cosas, ‘Un idioma nou’ entrecruza y funde las fuentes musicales en un flujo muy natural, sin que se aprecie de manera nítida dónde termina un género y comienza otro. “Me gusta que lo veas así. A veces, el género no me deja ver la canción y cuando eso ocurre la descarto”, explica. Sí que hay un blues identificable, ‘Des d’aquí veig ca teu’. “Muy ‘dylaniano’, pero no me sentí haciendo un blues. La historia me llevaba a otros lugares”. Y una incursión en “tintes flamencos y joteros” en ‘Canta cadernera’. Ahí, la clave es la implicación de Rita Payés y Pol Batlle. “Era con ellos, o no había canción”.

El día y la noche

El disco se abre con ‘La barca’, con el protagonista surcando el océano encrespado, y termina con la catarsis de ‘La riuada’, transitando un camino que va “del descubrimiento del yo a la fragmentación en el todo”, entendida como un horizonte refulgente. La primera mitad del álbum, cara A, la asocia Aresté al día, y la dominan ‘tempos’ recogidos, y la B apunta a “la noche que hay dentro de nosotros” y ofrece registros más imprevisibles. Las canciones, acústicas y frondosas, se abren a fugaces solos de trompeta, piano e incluso batería, exprimiendo la expresividad de los músicos (el mismo equipo mallorquín que en ‘Ses entranyes’) tocando en directo en una habitación. “Cuanto más espacio des a lo inesperado, más luz entrará”.

Con este material afronta Aresté una nueva campaña de conciertos que ve más incierta que en el pasado. “Quizá se ha destruido el tejido que hacía posible que propuestas pequeñas como la mía pudiesen funcionar”, medita, y lanza otra observación: “ahora, cuanto más joven es una propuesta musical, menos músicos utiliza”. Mandan las máquinas y las coreografías en las nuevas quintas del pop catalán. “No lo critico, solo lo observo, pero Barcelona es una capital mundial generando músicos con sus escuelas superiores, es algo inaudito, y luego esos músicos no sé adónde van”. Pese a todo, los escenarios le aguardan: a la espera de otras confirmaciones, este año lo acogerán festivales como el Strenes, el Vida y el Cruïlla.

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